En el panorama político actual, la expresión «y tú más» ha emergido como un símbolo de la polarización y la confrontación que caracterizan el debate público. Esta táctica, utilizada por actores políticos de todos los espectros ideológicos, consiste en desviar la atención de las propias acciones controvertidas señalando las transgresiones de los oponentes. Sin embargo, lejos de promover un diálogo constructivo, esta estrategia alimenta una espiral de desconfianza, hostilidad y falta de responsabilidad que amenaza la salud de la democracia.

En el juego del «y tú más», las acusaciones y contraacusaciones se vuelven el centro de
atención, desplazando cualquier intento de abordar los problemas reales que afectan a la sociedad. En lugar de debatir políticas y propuestas, los políticos se enzarzan en una competición de desacreditación mutua, socavando así la credibilidad de las instituciones democráticas.

Esta dinámica se ve exacerbada por la omnipresencia de las redes sociales y los medios
de comunicación, donde el sensacionalismo y la polarización son monetizados y
amplificados. La rápida difusión de información (y desinformación) en línea alimenta la
escalada de la retórica incendiaria, convirtiendo la política en un espectáculo donde la
verdad y la objetividad son sacrificadas en el altar del partidismo.

El «y tú más» también tiene profundas implicaciones para la calidad del liderazgo político. Cuando los líderes se dedican a señalar los errores de los demás en lugar de asumir la responsabilidad por sus propias acciones, erosionan la confianza del pueblo en la integridad y la honestidad de sus representantes. Esto crea un círculo vicioso en el que los ciudadanos se vuelven cada vez más cínicos y desencantados con la política, lo que a su vez alimenta la desconfianza en los líderes electos.

Para romper esta espiral de polarización y confrontación, es necesario un cambio fundamental en la cultura política. Los líderes deben comprometerse a un diálogo honesto y respetuoso, basado en hechos y evidencias, en lugar de recurrir a tácticas divisivas y destructivas. Además, los ciudadanos tienen un papel crucial que desempeñar al exigir responsabilidad y transparencia a sus representantes y al rechazar el juego del «y tú más» en favor de un debate político constructivo y orientado hacia la solución de problemas.