En una conferencia organizada por el Centro Social Armando Rodríguez Vallina, Luis Vega planteó las utilidades de la cada vez más desarrollada Inteligencia Artificial, pero también los peligros de su desarrollo sin un marco regulatorio específico.
El jueves 18 de enero a las 19.00 en el centro social Covibar tuvo lugar una interesante ponencia a cargo de Luis Vega, ingeniero aeronáutico y máster en sistemas expertos. La charla contó con la asistencia de 40 vecinos. El ponente, tras explicar el origen y desarrollo de la inteligencia artificial (IA), se centró en su influencia en el mundo actual al que este nuevo elemento está dando forma.
Nos enfrentamos, a juicio del ponente, a una nueva era en la que las máquinas no solo imitan la inteligencia humana, sino que la superan en muchas áreas. Desde la automatización de tareas rutinarias hasta la toma de decisiones complejas, la IA está desempeñando un papel fundamental en diversos sectores.
En el ámbito de la salud, la IA ha demostrado ser una herramienta valiosa para el diagnóstico temprano de enfermedades mediante el análisis de grandes conjuntos de datos médicos. Esto no solo acelera el proceso, sino que también mejora la precisión, llevando a avances significativos en la atención médica.
En la industria, la automatización impulsada por la IA está revolucionando la producción y la cadena de suministro. Las fábricas inteligentes optimizan la eficiencia y reducen los costos, transformando la forma en que se fabrican y entregan los productos.
Sin embargo, este rápido avance no está exento de desafíos. La preocupación ética sobre el uso de la IA, la privacidad de los datos y el impacto en el empleo son temas candentes. La sociedad se enfrenta a la tarea de equilibrar los beneficios de la IA con la necesidad de regulaciones y políticas que garanticen su uso ético y responsable.
A medida que la IA continúa evolucionando, es esencial que los gobiernos, las empresas y la sociedad en general colaboren para establecer marcos legales y éticos que guíen su implementación. La inteligencia artificial tiene el potencial de impulsar el progreso, pero su éxito dependerá de cómo gestionemos sus implicaciones éticas y sociales en este viaje hacia el futuro.