La Semana de la Juventud, en versión expandida de un mes, puesto que el pasado año no se pudo realizar por causa de la pandemia, llega a su fin. Tras 25 actividades durante el mes de octubre, todas ellas organizadas por colectivos y asociaciones juveniles. Actividades de todo tipo, desde deportivas como ‘el mundialito deportivo’ y ‘puertas abiertas de deportes’, hasta charlas y video fórum o propuestas de ocio alternativo como ‘el pasaje del terror’ entre otras muchas. También talleres de mecánica de bicis, de batucada o de
pancartas, etc.
En mi opinión, este tipo de eventos son muy importantes para los colectivos de jóvenes, sobre todo entre los que ya participan en asociaciones, que son espacios donde se pueden crear este tipo de eventos, donde todos/as participar y movilizarse. Lo asociativo es relativamente fácil y el ayuntamiento de nuestro municipio, sí está fomentando estos espacios. Pero más allá de estas actividades de entretenimiento principalmente ¿es eso lo que de verdad está demandando la juventud?, ¿lo podríamos hacer mejor?, ¿por qué hay
tantas críticas?
Realmente no se es consciente del trabajo que hay detrás, ocho meses de reuniones y debates para ver cómo queremos organizar la semana de la juventud y qué queremos hacer. Los objetivos parecen claros: queremos demostrar que la juventud está organizada, mostrando el trabajo que se hace en el municipio y ofreciendo una alternativa al ocio que quieren imponer las casas de apuestas, el consumo de alcohol descontrolado o el consumo de estupefacientes.
Todo es mejorable, pero si tuviera que decir donde hemos fallado, es en priorizar las actividades individuales y no unir fuerzas para desarrollar un evento grande que sea llamativo y atractivo para las y los jóvenes. Queremos dirigirnos a la juventud social y proactiva que propone cosas y se moviliza, fuera quedan los que se dedican a criticar en las redes y a insultarnos.
El movimiento de los y las jóvenes de nuestra generación, los que hemos visto lo que ha generado el 15M o la BOA en Rivas cuando éramos adolescentes o desde el colegio. Nosotros y nosotras tenemos que ser capaces de organizarnos para presentar propuestas serias a nuestra ciudad, el transporte, la vivienda, la precariedad laboral…, que nos afectan de forma directa. Y solo en lo que se refiere a cosas “serias”, si no también en nuestra forma de disfrutar el ocio.
Si no lo hacemos, seguirán decidiendo por nosotros personas que no viven nuestra realidad, que no saben lo que sucede una noche de viernes en la calle Electrodo… Aquellos que no saben que vivimos con el estrés de saber que nuestra vida será peor que la de nuestros padres.
La semana de la juventud me deja un sabor agridulce, dulce por ver a compañeros y compañeras organizados y con ganas de trabajar por nuestra generación, pero una sensación de que podríamos hacerlo mejor y llegar a más gente, que a su vez me motiva y me hace pensar que es el único camino para intentar construir un mundo mejor que como nos lo encontramos.