Un intratable Covibar Rivas obtiene frente a Albacete su segunda victoria en Liga EBA

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Javier Carpio (6), en una entrada a canasta (Foto: Enrique Ayala)
Javier Carpio (6), en una entrada a canasta (Foto: Enrique Ayala)
Javier Carpio (6), en una entrada a canasta (Foto: Enrique Ayala)

Venció ayer, viernes, a Albacete Basket (74-58) en un vibrante partido en que una defensa perfecta de Covibar durante los tres primeros cuartos cimentó una victoria que llegó a ser de más de treinta puntos. Destacada actuación de Javier Carpio, David Ajero y Javier Pérez dentro del alto nivel de todo el equipo.

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Hay defensas perfectas, como dicen que hay tormentas perfectas. Ayer consiguió Covibar EBA una de esas defensas, al menos durante los tres primeros cuartos del partido que le enfrentó a Albacete Basket en el Cerro del Telégrafo. El premio de ese magnífico trabajo fue cerrar el tercer periodo con un marcador imprevisible, dada la talla del rival: 64-32 para los de Alberto Rubio. Imposible e injusto señalar a cualquier jugador de Covibar en ese tiempo. Cada uno hizo su trabajo a la perfección y hasta los aplausos de Javi Mulas y Javi González (en el banquillo ambos por dos microrroturas de esas que suenan a envidia de uno hacia el otro) sonaron cuando debían.

Albacete, todo hay que decirlo, puso algo de su parte en ese resultado. Con dos pivots con mucha presencia, como Sayu y Fall, el juego interior de los albaceteños brillaba, sin embargo, por su ausencia. El entrenador manchego se desgañitó durante esos tres primeros cuartos reclamando a sus pivots que pisaran la zona, pero, inexplicablemente, eso ocurría pocas veces, y en la mayoría de ellas, sin resultado. El juego, invariablemente pasaba por mover el balón en el perímetro e intentar el tiro lejano. Lo que ocurría era que, una vez tras otra, éste no entraba. Tan sólo Ferry lograba esporádicamente un enceste, que no era suficiente. Buena prueba de esa falta de juego interior fueron las cuatro solitarias e insólitas personales que ondeaban en el luminoso hacia el final del segundo cuarto.

Así, con la colaboración perfecta de una obcecada estrategia de ataque errónea de Albacete y una magnífica defensa de Covibar, se llegó al descanso con un marcador un tanto escandaloso: 39-23 para los locales. Hasta ahí, Albacete sólo había conseguido una efímera ventaja de un punto justo al terminar el primer cuarto, que rápidamente fue enjugada al comenzar el segundo. Ya nunca volverían a estar por delante, ni siquiera cerca del tanteo de los ripenses.

Es lugar común que las charlas del entrenador en el vestuario a sus jugadores que van perdiendo, hacen que se produzca un cambio en el signo del partido y que el equipo que va por debajo, acabe, como mínimo, acercándose al rival. No fue así en este caso. Por el contrario, la defensa de Covibar Rivas siguió en similar o mayor nivel y la reacción de Albacete Basket no llegaba. Los pivots seguían sin aparecer, salvo en la defensa de las entradas a canasta (entre Sayu y Fall pusieron cinco gorros en sendos intentos de los ripenses) y Covibar sumaba canastas fáciles o difíciles, bien tras robos de balón (nada menos que 21 balones perdidos por Albacete en todo el partido), bien tras elaboradas jugadas en las que los de Rubio movieron el balón con criterio y efectividad. De ahí ese marcador al finalizar el tercer cuarto (64-32), que llegó a ser incluso mayor durante el desarrollo del mismo.

El periodo final, con esa treintena de puntos de comodísimo colchón, marcó un tardío despertar de los albaceteños, a quienes su entrenador impuso una presión extenuante en toda la pista y durante todo el cuarto. Sus jugadores cumplieron excelentemente las instrucciones, pero quizás eso dejó un sabor de boca aún peor, porque es inevitable pensar en lo que habría podido ocurrir si hubieran jugado así desde mucho antes, en caso de que la condición física lo hubiese permitido. En ese último cuarto Albacete consiguió bajar la diferencia a la mitad, dieciséis puntos de ventaja en total para ellos en el último cuarto.

Los ripenses se equivocaron no tanto en la forma de jugar ese último periodo (posesiones largas para hacer valer la renta conseguida), sino en el desenlace que daban a las jugadas. Conseguían salir de la presión con relativa suficiencia, pero después parecían no medir el tiempo que eso les había llevado y terminaban las jugadas con tiros precipitados o con pérdidas de balón (más del 70% de las 15 que Covibar acumuló en el partido se produjeron en esta última fase). Fue una oportunidad perdida de acumular basketaverage en una liga en la que fácilmente la diferencia entre quedar sextos o décimos puede estar en ese factor.

Con todo y con eso, hay que calificar de extraordinario el partido de Covibar Rivas. A destacar las actuaciones de Javier Carpio (14 puntos y 5 rebotes, MVP con 20 de valoración final), David Ajero (13 puntos y 6 rebotes) y Javier Pérez (14 y 6), pero siempre dentro del magnífico nivel de todo el equipo. Con este resultado Covibar se encarama provisionalmente a la tercera plaza de la clasificación del grupo B, a la espera de lo que hagan hoy y mañana el resto de equipos. Evidentemente, no es significativo en este momento estar terceros o séptimos cuando la diferencia entre uno y otro puesto está sólo en el saldo de puntos. Pero, como reconocía Rubio al finalizar el encuentro, «es significativo llevar dos derrotas en tres partidos, y nosotros hemos salvado esa posibilidad».

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