Hace algunos años me invitaron a la demostración de un aerogenerador de pequeño tamaño, cuya característica principal era que, en lugar de vertical, su instalación se desarrollaba en plano. Nos presentaron un modelo de un metro sesenta centímetros aproximadamente y nos dijeron tener en desarrollo otro de unos 90 centímetros, para instalar en terrazas de viviendas particulares y otros lugares pequeños. La demostración fue en la empresa pública Rivamadrid. En la documentación que nos presentaron, el más grande de los dos podía generar hasta 14 kw y funcionaba con un 4% de viento; nos aseguraron que en Rivas, durante más de 300 días al año, se producía una velocidad mayor, llegando hasta un 60% durante más de la mitad del año. El aparato era lo más
parecido a los extractores de aire o de humos, situados en las cubiertas de algunas fábricas, hospitales y otros edificios, conectado a un alternador para cambiar el formato de corriente continua a alterna, que es la que usamos habitualmente.

Los ingenieros que nos lo presentaban, llegaron a afirmar que, quienes primero se oponían a la comercialización de estos aerogeneradores, eran las empresas que controlan el monopolio eléctrico. Nunca más hemos vuelto a saber nada de estos ingenios. En el último tiempo, he pedido varios presupuestos para instalar placas solares en el tejado de mi casa. Aunque todos se me han hecho caros y la amortización demasiado lenta, lo cierto es que he aprendido bastante, con los argumentos de unos comerciales y otros. Incluso, alguno me recomendaba la instalación de ‘geotermia’, mucho más cara aún. Uno de esos comerciales, me dijo que, para viviendas en planta, podría ser recomendable combinar las
placas solares con un sistema de aerogeneradores pequeños, en formato de tubo (sin las aparatosas aspas), son muy eficientes, ya que se mueven y producen electricidad con viento mínimo, no hacen ruido, no afectan al tejado, se limpian más fácilmente…, y la instalación puede situarse en un rincón del jardín y a no demasiada altura (un par de metros).

Las empresas eléctricas, directamente o a través de empresas interpuestas, despliegan redes de comerciales para localizar terrenos donde instalar ‘huertos solares’. Detrás de estas empresas, están los fondos de inversión (fondos buitre), la energía es uno de los ‘nichos de mercado’ más rentables hoy por hoy. Estas instalaciones, igual que las de aerogeneradores, implican grandes conflictos referidos al medioambiente: impacto visual, problemas de transporte de la energía, etc. Distinto sería que todas las cubiertas de los edificios particulares, públicos y empresas, se convirtieran en un gran huerto solar.

Ya hay urbanizaciones dentro de Rivas que se han constituido en ‘comunidad energética’. Eso mismo podrían hacerlo otras comunidades, tanto las de viviendas en altura, como las urbanizaciones de chales y, por supuesto, las empresas del polígono industrial. Los gobiernos nacionales y europeos están promocionando estas instalaciones de autoconsumo energético. Lo hacen, no solo con propaganda sobre sus beneficios, sino también con subvenciones a empresa y particulares. Un objetivo para nuestro país y para toda Europa es que lleguemos a ser autosuficientes en producción eléctrica, al menos para los suministros domésticos y en una alta proporción de los consumos industriales.

Esos ‘fondos de inversión’ compran o arriendan grandes extensiones de suelo para instalar placas fotovoltaicas o aerogeneradores, y ya también arrendando las cubiertas y aparcamientos de grandes centros comerciales, incluso de comunidades de bloques y otras instalaciones. De la misma manera que lo hacen ellos, sería fácil que los vecinos y vecinas de una comunidad, se pusieran de acuerdo y encargaran un estudio a una empresa especializada, para que les calcule la producción estimada de acuerdo al espacio utilizable,
los ahorros que podrían obtenerse, las subvenciones a las que tienen derecho, los periodos de amortización, etc.

¿Por qué particulares, centros comerciales y otras empresas, no se deciden a hacer este tipo de instalaciones? Yo creo que, la primera y principal causa, es el desconocimiento. Después hay otras que van ligadas: coste de la instalación, cuantía de las posibles subvenciones, ahorros en la factura mensual, mantenimiento de la instalación y de las cubiertas sobre las que se instalan, tiempo de vida de las placas, etc.

En Rivas se creó, hace unos años, la Agencia de la Energía (desconozco si aún está en vigor); fueron muchos vecinos y vecinas los que se prestaron a que les hicieran los estudios pertinentes de costes y rentabilidad, y fueron muchos los que se decidieron a instalar las placas fotovoltaicas. En este momento, y más aún cuando por delante tenemos el objetivo de ‘Rivas emisiones cero’, sería de agradecer y una buena herramienta, que se reactivara esa Agencia de la Energía, que pudiera asesorar en todos los aspectos a aquellos que se animaran con estos sistemas de producción eléctrica: geotermia, biomasa…

Para que los vecinos y vecinas de la ciudad tuvieran conocimiento de los distintos  procedimientos, ayudas, alternativas, costes, etc., sería bueno que el propio Ayuntamiento de Rivas editara una ‘’Guía informativa’ sobre todo lo que hay que saber para plantearse una instalación de producción energética, alternativa a las empresas de suministro tradicional. Ese documento informativo y de divulgación, se debería hacer llegar a los vecinos y vecinas, ya que todas y todos podríamos beneficiarnos de sus ventajas, además de colaborar en conseguir ese objetivo de ‘emisiones cero’.

El mar Mediterráneo ha aumentado hasta 2,5º de temperatura; los glaciares se están derritiendo; los polos, que son la mayor reserva de agua potable que nos queda, se están diluyendo en el mar; el planeta ha aumentado su temperatura 1,5º; los agujeros en la capa de ozono son cada vez más grandes, dejando de ser capa protectora para rayos nocivos en muchos lugares del planeta, la contaminación actual de CO2 y otros gases de efecto invernadero es la más alta desde los tiempos de las erupciones de los grandes volcanes…

Estamos destruyendo el planeta. Nosotros podemos pararlo: las acciones que están en
nuestras manos, es responsabilidad nuestra ponerlas en marcha.