Rivas toca el cielo

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Derrota 64-56 al Bouges Basket francés en el tercer y último partido de la eliminatoria y gana así su billete para una histórica participación en la Final-8 de Estambul. Una defensa impresionante, sobre todo en la segunda mitad, anula a un histórico de Euroliga, como es el equipo francés, y le deja con menos de 60 puntos en su casillero.

En cine se suele hablar de películas corales refiriéndose a aquellas sustentadas sobre un guión en el que el protagonismo se diluye entre gran cantidad de personajes. El cine español es prolífico en ese tipo de películas en las que, si bien los títulos de crédito anunciaban en letras mayúsculas a ciertos actores o actrices, a la vista de la película cualquier espectador salía acordándose tanto del teórico protagonista, como de muchos de los secundarios.

Y eso es lo que se vio ayer, miércoles, en el Cerro del Telégrafo: una maravillosa película coral en la que incluso la protagonista de más renombre, Amaya Valdemoro, tuvo que quedarse en el banquillo aquejada de una rotura de soleo que la mantendrá en el dique seco al menos un par de semanas. Pero para suplir su ausencia, en el plató se dieron cita nueve protagonistas más que se repartieron rigurosamente los tiempos y los papeles, los gags cómicos y los primeros planos.

Por abandonar el simil y volver a la cancha, el conjunto del Rivas Ecópolis al completo realizó un partido majestuoso, apretó la defensa de tal manera, especialmente en la segunda parte, que un equipo de dilatado historial europeo e indudable calidad y capacidad anotadora, como el Bourges, se quedó por debajo de los 60 puntos, algo a lo que no están acostumbradas las jugadoras francesas. El mérito no es que no sea de nadie, sino que es de todas. Miguel Méndez lo decía al final del partido: «Hasta las junior aportan, porque gracias a ellas están pudiendo descansar otras jugadoras en varios partidos».

Y tiene mucha importancia eso de descansar, sobre todo para un equipo que probablemente es el primero en la historia del baloncesto femenino de élite que se ve enfrentado a una temporada participando en todas las máximas competiciones y con cuatro jugadoras clave fuera de juego por lesiones de larga duración, casi desde principio de la temporada y muy seguidas. En el cuerpo técnico del Rivas Ecópolis especulaban, tras el partido de anoche, con «lo que habría podido hacer cualquier equipo de máximo nivel, incluso un Fenerbahce o un Ros Casares, si al principio de la temporada le quitan a cuatro jugadoras y les obligan a recomponerse varias veces con distintos refuerzos». Pues tienen razón, habría que haber visto si el resultado hubiera sido tan bueno como el que Rivas Ecópolis está ofreciendo.

Es cierto que en Liga Femenina la marcha no es tan espléndida, pero realmente las circunstancias por las que está teniendo que atravesar este equipo son tan especiales, que puede justificarse más de un bajón. A cambio, hay más grupo, se nota más complicidad entre las jugadoras, más ganas de ayudarse. La Carson o la Jones de anoche estaban exultantes. Carson, especialmente, quizás más comunicativa, se abrazaba como una loca a los espectadores del Cerro del Telégrafo. No era para menos: dentro de esa película coral en la que ha participado, ella sin duda tuvo uno de los mejores papeles.

¿Y el público? En Rivas el público del baloncesto no es especialmente ‘caliente’. La temperatura emocional de la cancha suele estar más templada que cálida en la inmensa mayoría de las ocasiones. Ayer, no. Para empezar, la grada estaba a rebosar, algo difícil de ver en un partido entre semana. Y no sólo era la cantidad, sino el ánimo y la perseverancia con que la afición ripense animó durante todo el partido al equipo, con un papel más que destacado de Pasión Roja. Cuando Rivas iba por debajo y, por supuesto, cuando se puso arriba. Si es cierto que la energía puede transmitirse por el aire, sin duda anoche las jugadoras el Rivas Ecópolis recibieron energía extra de la grada.

Esperemos que la FIBA no lo considere doping.

 

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