El Foro se desarrolla en Barcelona desde hoy hasta el jueves. En él se exponen líneas a seguir para desarrollar políticas alimentarias que eviten el exceso de consumo y producción de alimentos, en el marco municipal. La concejala de Transición Ecológica participa como miembro de la Red de Ciudades por la Agroecología, de la que Rivas forma parte.
«El sistema agroalimentario es responsable de entre el 21 y el 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, además de ser uno de los principales impulsores de la degradación de la tierra, la pérdida de biodiversidad sin precedentes y la contaminación del agua, el aire y el suelo debido al uso masivo de fertilizantes sintéticos».
Así presenta la web del VII Foro Global del Pacto de Milán el problema derivado de la sobreproducción y sobreconsumo de alimentos en los países más ricos. Como si se hubiera sincronizado con los problemas desvelados recientemente por elDiario.es en torno a la producción de carne porcina en Murcia como uno de los principales causantes del deterioro del Mar Menor, el Foro Global del Pacto de Milán pone sobre la mesa la necesidad de «aportar soluciones creativas para acelerar la transición urgente y necesaria hacia sistemas alimentarios más saludables, resilientes, justos y sostenibles que puedan satisfacer las necesidades básicas de todos y de las generaciones futuras». Y las ciudades son, para las entidades firmantes del Pacto de Milán, nucleos donde se puede y se debe buscar esas soluciones.
La Red de Ciudades Agroecológicas y la Declaración de Valladolid
La Red de Ciudades Agroecológicas, de la que Rivas forma parte, se creó para coordinar acciones que tienden a lograr esos objetivos. La concejala de Transición ecológica, Vanesa Millán, participará esta semana en el 7º Foro Global del Pacto de Milán en Barcelona como miembro de esta red. Un espacio que quiere visibilizar el papel de los sistemas alimentarios locales en los desafíos mundiales como la emergencia climática y ecológica.
La Red de Ciudades por la Agroecología planteará durante estas jornadas su hoja de ruta sobre alimentación y clima con el objetivo de explicar cómo los sistemas alimentarios locales se pueden adaptar para ayudar a mitigar la emergencia climática. “Porque se puede mitigar el cambio climático cambiando la manera en que nos alimentamos en las ciudades”, explica María Carrascosa, coordinadora del área de Alimentación y Clima dentro de la Red. Para ello, además de la coordinación internacional con ciudades y municipios de todo el mundo, desde la Red se desarrollarán los acuerdos impulsados en la Declaración de Valladolid, a partir del informe ‘Sistemas Alimentarios Locales Frente a Riesgos Globales, de la COVID19 a la Crisis Climática’. Una batería de 14 acciones articuladas en torno a 5 objetivos prioritarios para adaptar los sistemas agroalimentarios locales a los impactos de las emergencias globales y mitigar sus causas.
En octubre del pasado año el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid, junto con otros 20 municipios, firmaron la Declaración de Valladolid, centrada en el desarrollo de políticas públicas para aumentar la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas alimentarios en las ciudades y reaccionar a las emergencias globales como la crisis climática.
Acciones comprometidas en la declaración de Valladolid
1. Sistemas alimentarios sostenibles y resilientes: promover formas sostenibles en la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos, en línea con la agroecología y desde la cooperación entre territorios urbanos y rurales.
2. Planificación territorial: proteger los suelos agrarios y otros recursos alimentarios (agua, conocimientos agroecológicos, biodiversidad cultivada) como parte de las redes de infraestructura azul y verde; e incorporar en el planeamiento general urbano instrumentos para la protección y el fomento de la producción, transformación y distribución agroalimentarias locales y sostenibles.
3. Derecho a la alimentación: asegurar el acceso a alimentos sostenibles, saludables, de calidad y justos a todos los grupos sociales, y especialmente a los más vulnerables, en sintonía con las directrices voluntarias promovidas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2005).
4. Activación comunitaria: fortalecer el papel de los agentes sociales y tejido asociativo local.
5. Buena gobernanza: promover la coherencia entre las distintas políticas públicas para la gestión de los riesgos globales, evitando arbitrar soluciones que, a la larga, refuercen las causas de las crisis.