Rivas Ecópolis tira de músculo y épica para llevarse el primer punto de la eliminatoria contra Bourges

503

Ganó ayer, 21 de febrero, al Bourges francés por un ajustado marcador (65-59) en un partido que sólo se decidió en los últimos segundos y que estuvo plagado de emoción y fuerza.

Decididamente, Rivas Ecópolis es un equipo decidido a dejar huella. Privado del banquillo estelar de un Ros Casares o de un Perfumerías Avenida, pero dotado de una indudable calidad y de un historial de lesiones arrasador esta temporada, está sobreviviendo a los malos momentos a base de momentos brillantes. Los partidos que inexplicablemente se pierden en Liga Femenina dejan una imagen en la retina del aficionado que queda borrada días después, cuando un partido que se puede elevar a la categoría de gesta galvaniza a una grada cada vez más nutrida en la que un nucleo duro como es la peña Pasión Roja asombra por su inagotable capacidad energética, algo que las autoridades galas quizás estén decididas a investigar, por si hubiera algún dopaje que lo explique.

Contra el Bourges francés se jugaba Rivas Ecópolis la oportunidad de no pasar sin pena ni gloria en una temporada que se adivina complicada y en la que la posibilidad de no obtener plaza para la Euroliga del próximo año, amenaza gravemente al club. Apuntarse el priemr tanto en esta eliminatoria es algo más que apuntarse sólo un tanto. Es decir a los demás y, quizás, decirse a sí mismas, que los partidos malos no deben hacer suponer que no pueden hacer partido muy buenos. El Bourges conoció ayer de primera mano esta verdad como un templo y se fue allende los Pirineos rumiando la manera de empatar la aliminatoria cuando, quizás, pensaban llevarla casi ganada desde Rivas.

La clave del partido estuvo, sorprendentemente, en superar a las francesas en aquello en lo que se las presumía más fuertes. Anna Cruz lo explicaba al final del partido: «La defensa ha sido la clave. Ellas son físicamente superiores, pero hemos defendido de forma colectiva, lo que nos ayudó a remontar». Y es que el Bourges dominó en muchas fases del encuentro, en casi toda la priemra parte y un buen trozo de la segunda. Hubo muchas alternativas, pero las frncesas nunca le perdieron la cara al partido. Su problema fue que tampoco lo hizo Rivas, que supo sobreponerse a los estirones de las galas y volver a meterse en el encuentro en todas las ocasiones.

Y en esto probablemente hay que reconocer una vez más la inmensa importancia de una jugadora como Amaya Valdemoro. Polémica a veces por su carácter, por su llaneza, por su «hacer lo que le pide el cuerpo», la jugadora madrileña puede que tenga vaivenes en su juego, pero siempre, absolutamente siempre, da a su equipo algo que no puede dar la mayoría de las demás: corriente eléctrica, voltaje para enchufarse al partido con una canasta, un puño al aire y un grito. Algunos le llaman liderazgo. Quizás sea sólo eso y quizás sea el carácter indomable de quien no entiende ni de edades ni de lesiones, pero sí de mirar a la canasta y echarse al mundo encima a la hora de jugarse en un triple lo que otras dudarían para hacerlo incluso solas bajo canasta.

Sea por ese efecto eléctrico de Valdemoro, sea por la particular motivación de cada jugadora, lo cierto es que ayer, contra el Bourges, no hubo nadie que no se dejara el alma. Carson y Jones son dos ejemplos absolutamente de libro. Las americanas mostraron lo que puede significar realmente comprometerse con el equipo. Jones está firmando unos números impresionantes para competiciones tan exigentes como la europea  y la Liga Femenina. Carson, por su parte, jugó ayer con molestias, pero no se ahorró nada y dejó el dolor recluido en alguna secreta zona de una anatomía que parece hecha para aplicar los principios del rap a los movimientos del baloncesto.

Las pivot llegadas a mitad de temporada tienen un papel difícil de cumplir, porque se esperaba grandes cosas de ellas, pero no han venido con un futuro asegurado. la profesionalidad es el único antídoto contra una situación así, en la que cualquier corre el riesgo de dejars llevar por la falta de implicación. Pero ambas, Krivacevic y Pirsic, han demostrado hoy que no están por estar. Defendieron con mucha seriedad y aportaron sostén al equipo, como lo hizo y lo hace siempre Nicholls, que sorperndentemente quedó sin anotar puntos, pero con un buen saco de rebotes en su haber.

Las bases son otras que se conjuraron para no dejar que el equipo se alocase y fuese sin guía. Tanto Aguilar como Gema García condujeron y asumieron responsabilidades, en defensa y en ataque, e incluso García se atrevió a levantar de los asientos a toda la grada (excepto la zona reservada a los aficionados franceses) con una canasta a aro pasado que burló la ferrea defensa de las pivot galas.

Y queda Anna Cruz. Pero es difícil casi siempre decir algo relevante de una jugadora que ya lo dice por sí misma en todas y cada una de las ocasiones en que juega. Quien esto escribe la compararía con un jugador como Felipe Reyes, no por el puesto que ocupa ni por las características técnicas, sino por su mentalidad. Cruz no depende de la presión ambiental para jugar más o menos. Soluciona los posibles problemas de presión psicológica eligiendo siempre la opción de jugar más. Ayer realizó una defensa sobre Catherine Joens que podría figurar en los manuales de este oficio de encestar y evitar que la otra enceste. Joens, una jugadora habituda a sacar anotaciones particulares de más de 12 puntos por partido, se quedó en 8 en esta ocasión, y la mayoría de ellos en la segudna mitad, a pesar de ser la jugadora que más minuto tuvo en cancha la entrenadora francesa.

Queda el segundo partido contra el Bourges, en la cancha de la francesas, y evidentemente sería absurdo dar nada por ganado. La propia necesidad de la épica para ganar el encuentro en el último minuto habla a las claras de quién es el Bourges y lo que puede hacer. En su cancha, tal como certifica Laia Palau, que jugó tres años allí, la presión ambiental puede ser decisiva, y no sería nada raro volver a encontrarnos con CJ en el Cerro en el tercer encuentro de la eliminatoria. pero de momento Rivas ecópolis ha dado un gran paso para acercarse a la primera final a ocho de su historia. Este equipo puede perder con otro del final de la tabla en Liga Femenina, pero haría mal cualquier equipo europeo de campanillas en pensar que eso significa que no es enemigo para ellos.

En uno de esos días que tienen con cierta frecuencia, las jugadoras de Rivas Ecópolis podrían ganarle a cualquiera por diez puntos aunque terminen con las camisetas a jirones.

Galería de fotos