Rivas Ecópolis venció ayer (90-71) al Nadhezda Orenburg ruso en la cancha del Cerro del Telégrafo, en un partido cuyo ritmo lo controlaron las ripenses de principio a fin. El impresionante partido de Laura Nicholls no fue sino la guinda a una actuación coral cuyo mérito no lo rebaja la pobre sensación dejada por un equipo como el ruso, plagado de estrellas pero carente de juego colectivo. Anna Cruz, la escolta que dejó un imborrable recuerdo en Rivas tras sus cuatro años en el club, recibió varios homenajes a lo largo del partido.
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La plantilla del Nadhezda Orenburg sería el sueño de cualquier equipo europeo en estos momentos. Reunir a Kuzina, Bonner, Cruz, Johnson y Dimitrakou en el mismo banquillo sólo está al alcance de bolsillos poderosos, pero el baloncesto se juega haciendo de todas las jugadoras un ente colectivo que se apoya y fabrica los ataques y las defensas con espíritu de mosqueteros, todos para uno y uno para todos. Tal como reconocía Anna Cruz ante la cámara de Rivas Actual tras el partido, el equipo ruso es todo menos ese grupo de mosqueteras que se baten el cobre las unas por las otras.
El resultado es que un equipo que cuando acierta a funcionar como tal, puede escalar desde el abismo hasta la cumbre en pocos minutos, sin embargo sólo consiguió alcanzar a Rivas Ecópolis, e incluso superarle, durante unos cuantos segundos en todo el partido. Ya desde las primeras jugadas se notó que confluían en el parqué del Cerro dos elementos que combinaban perfectamente para darle a la afición ripense una gran noche: el estado de gracia de Laura Nicholls y la desgana defensiva de todo el equipo ruso. No menos de cinco tiros, desde cinco metros o desde la línea exterior, tuvieron las ripenses en las primeras jugadas sin que las tiradoras encontraran apenas una mano que intentara tapar el tiro. Dado que tanto Nicholls como Ocete o Allison tenían la muñeca caliente, el marcador mostró muy pronto una ventaja de ocho puntos ante la que Nadhezda no reaccionaba casi de ninguna manera. El primer tiempo muerto de Paulauskas, el controverido entrenador del equipo de Orenburg, tardó, inexplicablemente, casi cinco minutos en producirse. Para entonces, su equipo ya estaba casi totalmente a la deriva.
Tras ese primer cuarto, que finalizó con un parcial de 27-17, el segundo periodo siguió sin mostrar reacción de las rusas. Los cambios de defensa que hicieron no surtían efecto porque Rivas atacaba bien la zona que a ratos plantearon sus rivales, mientras que en individual, la falta de intensidad de las de Orenburg permitía que los bloqueos directos dieran lugar a tiros relativamente cómodos. Muy buena circulación del balón en el ataque ripense y una gran uniformidad de juego aportada por las rotaciones, gracias a lo cual José Ignacio Hernández pudo encontrar en su equipo un ritmo permanente que traía de cabeza a las de Paulauskas. Al descanso se fueron los dos equipos con una renta de ocho puntos para Rivas Ecópolis (41-33).
Tras el paso por vestuarios, Nadhezda coniguió entonarse y tuvo buenos momentos en los que aprovechó un pequeño bache en el rendimiento anotador de Rivas para llegar, por primera vez en el partido, a empatar el luminoso (43-43 a los dos minutos y medio de juego del tercer parcial). Poco después conseguían la primera ventaja gracias a una Temeka Johnson que sí estaba centrada y que acreditaba su fama anotadora. No duró mucho la fiesta rusa. Cinco minutos después de conseguir esa ilusoria ventaja, Rivas volvía a ponerse arriba gracias a una enorme asistencia de Clara Bermejo a Gimeno (difícil encontrar mayor inteligencia para el pase que el de la base ripense). Poco después volvía a ser Nicholls quien ganaba la mano a su defensora y colocaba al rival un 2+1 en una canasta bajo el aro, para poner el marcador en 61-56. Para redondear las cosas, Allison colocó un tapón a Dewana Bonner evitando la canasta de ésta en contrataque que podría haber dejado la renta ripense en sólo tres puntos. La norteamericana tardó unos segundos en reaccionar ante la comprensible extrañeza por no encontrar el balón en sus manos cuando todo le decía que debía tenerlo aún. El Cerro casi se viene abajo al sonar la bocina del final del tercer cuarto, que terminó con 61-56 en el marcador.
El último cuarto aún tuvo algunos destellos de calidad de las rusas, que rebajaron en algún momento la renta hasta ponerse de nuevo a dos puntos, pero un repentino apagón, tan inexplicable como el resto de los apagones sufridos por el equipo en el partido, permitió que volviera a imponerse la conducción tranquila y concienzuda de Clara Bermejo para ir recuperando, defensa a defensa y canasta a canasta, una renta que se fue sin que el banquillo ruso pareciera darse cuenta de ello. Y es de extrañar, porque al final esa renta llegó a crecer hasta los 19 puntos que el luminoso registraba al sonar la bocina del final del partido.
Estreno, pues, de Euroliga en el Cerro con sonada y muy atractiva victoria para Rivas Ecópolis, que acumula así dos partidos ganados y lidera la clasificación del grupo B. El Nadhezda, por el contrario, acumula su segunda derrota y se sitúa último del grupo, una situación totalmente inesperada al comenzar la competición.
Una calle para Anna Cruz
Resultados al margen, en el Cerro del Telégrafo brilló con luz propia Anna Cruz. Lo hizo durante el partido, en el que fue uno de los mimbres buenos de su equipo (también lo fueron Johnson y Bonner, esta última por la alta anotación, a pesar de una actuación francamente penosa en muchos lances), pero sobre todo brilló antes y después del encuentro. Unos minutos antes de dar comienzo éste, José Luis Pérez Cereceda, el presidente del Club Baloncesto Rivas (o sea, de Rivas Ecópolis) hizo entrega a la escolta catalana que defendió la camiseta ripense durante cuatro inolvidables temporadas, de una foto como recuerdo de su estancia en el club. Durante el partido, las canastas de Cruz llegaron a ser aplaudidas por una afición que la adora y la valora no sólo como extraordinaria jugadora, sino como excelente persona.
Y después de finalizar el partido la peña Pasión Roja puso la guinda con un homenaje casero y, precisamente por ello, emocionante. La peña hizo entrega de otra gran foto a la jugadora, así como de una enorme tarta (dicen las malas lenguas que era de chuches) y de algún cartel alusivo a la campaña que miembros de la peña llevan a cabo desde hace meses, pidiendo que el Ayuntamiento ponga el nombre de Anna Cruz a una calle de Rivas. La campaña la han llevado a la red social Change.org y lleva ya un buen número de firmas.
Un nutrido grupo de niñas de la cantera del Rivas Ecópolis querían hacerse fotos con Cruz al acabar el partido. No es de extrañar. Como modelo, es de lo mejor que hay.