Celebrar el Día Internacional de la Mujer fue propuesto por Clara Zetkin en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Copenhague en 1910 pues los países que lo celebraban, lo hacían en fechas diferentes.

El 23 de febrero (según el calendario juliano), 8 de marzo (calendario gregoriano), las obreras del textil de Petrogrado iniciaron una manifestación, que profundizó la lucha que venían dando obreros y campesinos contra la guerra; esta manifestación de las mujeres supuso la puesta en marcha del proceso revolucionario. Se manifestaban coreando las proclamas de  “¡Pan! ¡Nuestros hijos se están muriendo de hambre!”. Se hicieron fuertes en el puente del río Deva, lanzando contra la policía pedazos de hielo y piedras. Pero ni los soldados ni los cosacos estaban dispuestos a cargar contra las mujeres, quienes los invitaban a abandonar las armas y unirse a ellas.

Al día siguiente se unieron a las movilizaciones más de 190.000 personas, la mayoría mujeres pues los hombres estaban en el frente. El mismo día se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas para hablar con los compañeros de las fábricas metalúrgicas pidiéndoles que secundaran el movimiento. Lograron el acercamiento entre los obreros y los soldados cuando penetraron en las filas de los soldados y cogieron con sus manos los fusiles diciendo: “Desviad las bayonetas y venid con nosotras”. Así lo recuerda León Trotsky en la Historia de la Revolución Rusa: “…La Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil”.

El 10 de marzo el levantamiento era ya general, el día 12 los revolucionarios constituyeron el Soviet (o Consejo de Obreros) de Petrogrado que se convertiría en el centro administrativo del levantamiento obrero. Dos días después se creó un Gobierno Provisional y el día 17, con el ejército del lado de los revolucionarios, el zar Nicolás II dimitió y Rusia se convirtió en una república.

Los acontecimientos del 23 de febrero de 1917 son importantes, no sólo porque dieron origen a la revolución soviética y porque fueron protagonizados por mujeres sino porque, según todo parece apuntar, esos sucesos fueron los que hicieron que el Día Internacional de la Mujer se pasara a celebrar, sin más cambios hasta la actualidad, el 8 de marzo. El tema a discernir  es si ese día estaban celebrando el Día Internacional de la Mujer y coincidió con el inicio de la revolución Rusa o si se celebra el Día el 8 de marzo porque en esa fecha se inició la Revolución. Alejandra Kollontai dice:

El Día de las Mujeres de 1917 se ha convertido en memorable para la historia. En ese día, las mujeres rusas encendieron la antorcha de la revolución proletaria e incendiaron todo el mundo. La revolución de febrero se inició desde ese día.

Según consta en las páginas de Naciones Unidas: “Como reacción ante los dos millones de soldados rusos muertos en la guerra, las mujeres rusas escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de «pan y paz». Los dirigentes políticos criticaron el oportunismo de la huelga, pero ellas la hicieron de todos modos. El resto es historia: cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto…”

Aclarando algunos mitos sobre el 8 de marzo

Aún hoy, algunas versiones sobre por qué el 8 de marzo se homenajea a las mujeres trabajadoras hacen referencia al incendio en la Cotton Textil Factory, una fábrica textil en EE.UU. en algún momento entre fines del siglo XIX (la más conocida habla de 1857) y principios del XX. Los años son dispares, pero todas plantean que sucedió el 8 de marzo. Esta versión, aunque errada y con un claro sesgo ideológico ya que fue construida en plena Guerra Fría, se asienta en ciertos hechos reales.

El antecedente de la conmemoración del 8 de marzo fue la celebración, por parte del Partido Socialista Americano, del Woman’s Day el último domingo de febrero desde el año 1909.  Este día estaba dedicado exclusivamente a reivindicar los derechos de las mujeres, entre los cuales, el más importante era el derecho al sufragio.

Mari Jo Buhle, experta conocedora del movimiento de mujeres socialistas de USA, en su obra Women and American Socialism, 1870-1920, estudió el incendio de la Triangle Shirtwaist Company. Suceso de gran trascendencia en la historia americana, pero no por dar origen al Día Internacional de la Mujer, el cual se celebraría por primera vez pocos días antes de la tragedia, sino por ocasionar la muerte de las obreras que el año anterior, en 1910, habían protagonizado la primera huelga llevada a cabo exclusivamente por mujeres, en demanda de mejoras en su situación laboral.

¿Qué ha hecho que este incendio alcance la categoría de mito? En primer lugar, la forma tan horrible de la muerte de esa mujeres, la mayoría chicas de entre 16 y 25 años, inmigrantes italianas y de Europa del Este. Pero, sobre todo, porque fueron las protagonistas de una huelga que duró 13 semanas  resistiendo ante un frente unido de empresarios, jueces, abogados, y policías. Era la huelga más importante que hasta la fecha había implicado exclusivamente a mujeres obreras. (No fue la primera pues ya en 1824 en Rhode Island tuvo lugar la primera huelga de trabajadoras en demanda de ascenso de salarios y de la reducción de la jornada) Las condiciones de trabajo eran deplorables: jornada laboral de 8 de la mañana a 6:30 de la tarde, con un descanso de 30 minutos para comer. Las horas de trabajo semanales que eran, normalmente de 56 horas, podían verse incrementadas hasta las 70 en la estación con más actividad.

El paro se inició el 27 de septiembre de 1909 cuando no se permitió la entrada al taller a las empleadas con el pretexto de que no había trabajo. A la huelga se unieron 40.000 trabajadoras no sólo del estado de N.Y. sino de otras ciudades de USA.

Demandaban: salarios más altos; mejoras en las condiciones laborales; la abolición del sistema de subcontratación y de las multas; jornada laboral de cincuenta y dos horas semanales; igual distribución del trabajo durante todo el año; limitación de las horas extra a menos de dos horas y no más de tres días a la semana; reconocimiento de sus derechos sindicales.

El 22 de noviembre una mujer obrera pronunció en un mitin las palabras que se hicieron legendarias en la historia del movimiento sindical de USA:

“Soy una obrera, una de ésas que están en huelga contra condiciones intolerables [de trabajo]. Estoy cansada de escuchar a los oradores (…) Para lo que estamos aquí es para decidir si iremos o no a la huelga. Presento una resolución a favor de declarar la huelga general ya”.

Al día siguiente 15.000 mujeres ya estaban en huelga. Huelga que se sostuvo, en parte, por las donaciones de las mujeres más ricas de la ciudad, en una extraña solidaridad entre mujeres que obviaba las diferencias de clase. Las trece semanas de huelga fueron duras para todas, pero principalmente para las chicas que actuaban de piquetes, quienes mal vestidas y peor alimentadas pasaban largas horas en las calles, bajo la lluvia y el frío, enfrentándose a los insultos y malos modos de los matones contratados por los empresarios. Muchas eran arrestadas por la policía acusadas ante el juez de impedir a sus compañeras entrar al trabajo, por lo que eran condenadas y enviadas a prisión durante varios días.

El 15 de febrero de 1910 se declaró oficialmente acabada la huelga. Más de trescientas fábricas habían pactado con sus trabajadoras: 13 compañías, entre ellas la Triangle, no llegaron a ningún acuerdo con sus empleadas. Si se hubieran aceptado las demandas de las huelguistas, el incendio no hubiera tenido lugar.

El incendio fue el día 25 de marzo de 1911: “En la ciudad de Nueva York se incendia la Triangle Shirtwaist Company; 146 empleadas, la mayoría chicas jóvenes, perecen. No pueden huir por las puertas, las cuales estaban cerradas con llave para evitar que los empleados pudieran salir a hurtadillas. La tragedia despierta el interés de toda la nación por la seguridad en las fábricas y los propietarios de la compañía son acusados de homicidio no premeditado”, Kristin Olsen Cronology of Women’s History (Londres Greenwood Press, 1994).

La fábrica estaba situada en los tres pisos superiores del Asch Building, edificio de 10 plantas, uno de los más altos que se habían levantado con el cambio de siglo. La mayoría de los más de 500 empleados eran mujeres jóvenes que se dedicaban a la confección de shirtwaist, prenda de vestir femenina muy en boga a finales del siglo XIX y principios del XX, ya que junto a una falda larga hasta los tobillos, formaba parte del traje de diario de la mujer de aquel tiempo. No es cierto que su uniforme fuera de color lila, ni tan siquiera está probado que tuvieran uniforme.

El incendio se declaró en la planta 8 a las 16 horas y 45 minutos. Describen los presentes que casi enseguida que comenzó a salir el humo por las ventanas empezaron a caer bultos que creyeron que eran fardos de telas pero se dieron cuenta que eran las trabajadoras que se arrojaban por la ventana. Una de las supervivientes, Rosey Safran describió a un periódico (The Independent) lo siguiente:

“Yo, junto con otras chicas estaba en el vestuario en el octavo piso del Asch Buildin, en Washington Place, a las 4 horas 40 minutos de la tarde del sábado 25 de marzo, cuando escuché a alguien gritar: “¡Fuego!”. Dejé todo y corrí hacia la puerta que da a Washington Place. La puerta estaba cerrada e inmediatamente las chicas se amontonaron tras ella (…) Ellos [los jefes] mantenían todas las puertas cerradas con llave durante todo el tiempo por temor a que algunas chicas pudieran robar algo (…) Algunas chicas estaban gritando, otras golpeando la puerta con sus puños, otras tratando de derribarla (…) No puedo describir cómo me sentía mientras estaba allí [en la calle] mirando. Podía ver las figuras, pero no los rostros. Esperábamos que las redes de bomberos pudieran salvar a alguien, pero no eran lo suficientemente buenas para alguien que saltaba desde tan alto”.

El edificio incumplía casi todas las normas establecidas: todas las puertas se abrían hacia adentro, pues las escaleras eran muy estrechas.

En 1910 de los 1.243 talleres textiles de N.Y., el 99% fueron declarados defectuosos en materia de seguridad. En 1909 se había hecho un informe sobre la Triangle Shirtwaist Companyy que dejaba constancia del elevado número de operarios que trabajaban hacinados en los tres pisos que ocupaba la compañía. Se denunciaba, también, que una de las puertas que daban acceso al edificio estaba cerrada con llave y que los hombres fumaban en las dependencias fabriles.

El informe de advertencia a los propietarios de la compañía no había tenido respuesta, tampoco respondieron a otra carta de un profesor de la Universidad de N.Y. ya que el 25 de noviembre de 1909 se había quemado una fábrica en New Jersey que había acabado con la vida de 25 trabajadoras: las bocas de riego no lanzaban el agua lo suficientemente alto.

Se pueden encontrar más datos en el libro reseñado en la nota al pie, de Ana Isabel Álvarez González.

Espero que estas líneas hayan servido para aclarar el verdadero origen del 8M.

[1] Estas líneas están basadas, mayoritariamente en el estudio realizado por Ana Isabel Álvarez González: Los orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer, 1910-1945, publicado por la Universidad de Oviedo.