Rivas Ecópolis venció ayer (62-57) a USK Praga con una actuación inmensa de Laura Nicholls y del conjunto del equipo, que sacó del partido a las piezas principales de las checas. La pivot cántabra alcanzó unos dobles-dobles y fue el martirio en la zona de una Jelena Dubljevic que fue bien recibida por la afición del Cerro en recuerdo de su paso por Rivas. La eliminatoria queda empatada y deberá dilucidarse quién pasa a la Final Ocho en el choque del próximo miércoles, de nuevo en Praga.
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Anoche, en el segundo partido de la eliminatoria de cuartos de Euroliga, Rivas Ecópolis volvió a hacer uno de esos partidos que empiezan a ser leyenda. ¿Se acuerdan del Bourges y el pase a la primera Final 8 de la historia de Rivas? ¡Como para no acordarse! En aquella ocasión el equipo tenía el factor campo a favor y el Cerro pudo vibrar con un partidazo que dio el pase a esa Final 8 de Estambul. Aquel conjunto lo formaban unas pocas de las actuales jugadoras, y otras, la mayoría, distintas. También el entrenador era otro. Pero el equipo era Rivas Ecópolis. Y ese equipo ha elaborado cuidadosamente, año tras año, un conjunto con marchamo propio. Ese marchamo empieza a ser conocido en todas partes y ya se sabe que Rivas pelea y da la talla en los momentos difíciles.
Venían las de José Ignacio Hernández de perder nada menos que por veinte puntos en Praga frente a un equipazo que quedó líder de su grupo y que cuenta en su haber con resultados espectaculares no de ahora, sino desde hace años. Venía Rivas Ecópolis de sufrir los efectos devastadores de un binomio Robinson-Dubljevic que no tiene tanto que envidiar a otros binomios que campan en otras latitudes, bien en las frías nieves de Rusia, bien en las cálidas aguas de Turquía. Venía Rivas de dar la impresión de que no estaba a la altura del reto.
Y no hay nada peor para las rivales que pensar eso de esas mujeres que se sientan en el banquillo izquierdo, según se mira desde la grada, del Cerro del Telégrafo. Como mejor juega Rivas es cuando lo hace cuesta arriba. El carácter sale a relucir mucho más cuando enfrente hay un blindado todopoderoso de cuyo cañón humeante han salido ya varios disparos certeros. ¿Recuerdan aquella espeluznante imagen de un ciudadano chino con sus bolsas de la compra en las manos, parando una columna de tanques en la plaza china de Tiananmen? Pues algo así me viene a la cabeza cuando veo jugar como jugó ayer la plantilla de Rivas Ecópolis.
Exageraciones aparte, Rivas Ecópolis dio una lección de varias cosas, no tanto a USK Praga (que también), sino a todo el mundo en general que viese el partido por televisión o desde la grada del pabellón. Dio una lección de táctica desde el banquillo, con su equipo técnico acertando el 90% de las estrategias y poniéndolas en práctica en el momento adecuado (el 10% de desacierto queda para la decisión de mantener demasiado tiempo en cancha a una Eldebrink que a todas luces necesitaba un respiro en el banquillo). Dio una lección Gabi Ocete al asumir el difícil reto de defender y ser defendida por un nombre mayúsculo del baloncesto femenino, como Laia Palau. Lo dio Frida Eldebrink intentando hasta la extenuación la jugada que no acababa de salirle bien, y nada hay más valorable que la firmeza demostrada por la escolta sueca para enfrentarse a una noche poco afortunada en el aspecto anotador. Dio una lección Jasmine Hassell con su capacidad para plantarse donde debe y mirar el aro con una férrea tranquilidad. La dio también Clara Bermejo, al poner en el juego exactamente lo que mejor tiene ella: la maestría para conducir, para dirigir, para colocar a sus compañeras, para no rifar ningún balón. Es verdad que anota poco, pero también lo es que facilita mucho que las demás lo hagan. Maestra fue también Rachel Allison, que no se ahorró ni un solo gesto de intensidad, ni un sólo intento de hacerse con el rebote, de robar el balón, de tirar en momentos comprometidos.
Y así, en párrafo aparte, dio una lección magistral Laura Nicholls. La pivot cántabra es un caso aparte, sin duda. La mujer con más carácter de toda la Liga Femenina tiene sus días malos, como todo el mundo, pero incluso en ellos es alguien que no se borra nunca. Y cuando los días son buenos apenas si hay hoy en día nadie que pueda superarla cuando defiende o anularla cuando ataca. Ayer pareció abrir segundos antes de comenzar el partido su cofre de recursos, mirar con detenimiento cuáles le iban a venir mejor, cogerlos del baúl, guardárselos bien escondidos en piernas, manos y cabeza, y sacarlos cada uno en su momento. Tardó dos o tres tiros en encontrar el aro, pero después metió 22 puntos. Se emparejó la mayoría de las veces con una Jelena Dubljevic que ha crecido mucho desde su primer paso por Rivas y que en Praga había anulado a la cántabra. Ayer fue Nicholls la que le devolvió la moneda, y con creces. La siete de Praga acabó bastante fuera del partido (y aun así, con 22 puntos y 8 rebotes, no se lo pierdan), y la causante de ello fue, casi al cien por cien, Laura Nicholls. Nunca pudo la alero del conjunto checo con la 4 de Rivas Ecópolis en la zona. Nunca consiguió una posición interior cómoda… y casi se puede decir que no consiguió una posición que se pudiera calificar de tal. Siempre empujada a la raya, siempre con unos brazos encima. Y la mayoría de las veces, los brazos era de Nicholls.
Y no fue Dubljevic la única en sufrir el «efecto cántabro». Vaughn también tuvo su ración, que culminó con un acoso y derribo (dentro de los límites reglamentarios) sobre la pivot americana cuando ésta recibió, a mediados del último cuarto, un balón posteando. A su espalda notó el aliento de Nicholls, que pegaba su cuerpo sin que la 9 de Praga consiguiera que los árbitros vieran falta alguna. Se giró, esperando, como es habitual, que su defensora le siguiera en el movimiento, y arremetió contra… el aire. Porque Nicholls, la más lista de la clase, había dado medio paso atrás y se había quedado quieta como una estatua, recibiendo el empujón de Vaughn con los dos pies en el suelo, su posición perfectamente cogida y los brazos donde deben estar, bien arriba. Personal en ataque, gran cabreo de la norteamericana, y otro ataque fallido de Praga. Puso además un par de tapones de los que levantan a la grada del asiento. Quien esto escribe, parafraseando la canción de «La flaca», reconoce que por un gorro de la Nicholls daría lo que fuera.
Porque, fuera a causa de Nicholls o de sus compañeras, el caso es que Praga casi siempre tuvo muy difícil anotar. Eldebrink, a pesar de su espeso partido en ataque, defendió con mucha garra a una escurridiza Robinson, recibiendo para ello la inestimable ayuda de las pivotes que utilizó constantemente José Ignacio Hernández para negar el tiro a la menuda norteamericana. El resultado es elocuente: 8 puntos para Robinson en todo el partido y al banquillo con cinco personales a falta de casi dos minutos de un partido que Rivas consiguó controlar durante casi todo el tiempo, llegando a disfrutar de rentas superiores a los diez puntos, pero que al final se envenenó con tres ataques desafortunados de las ripenses, que las checas aprovecharon para echarse encima en el marcador.
El final no pudo ser más emocionante, porque a menos de 20 segundos Rivas mandaba por sólo cinco puntos y Clara Bermejo fallaba dos tiros libres. En el siguiente ataque no consiguió anotar Praga y en la falta tras el saque que le hicieron a Eldebrink, estando ya ambos equipos en bonus, la sueca anotó los dos tiros poniendo el definitivo 62-57. Definitivo finalmente, pero pudo haber otro, porque al equipo checo le quedaban cinco segundos tras esos tiros libres, y gracias a un tiempo muerto pedido por su entrenadora, sacaban de banda en medio campo. Clara defendía el saque y consiguió robárselo a Laia Palau, que era quien sacaba. Si alguna duda quedaba acerca de la poderosa mente de Bermejo, lo que hizo en ese momento despejaría cualquier duda. Se había quedado con el balón sin nadie más entre ella y el aro de Praga. Podía haber corrido a encestar una canasta fácil, pero miró el marcador, vio el tiempo que quedaba (ya solamente tres segundos) y volvió botando sobre sus pasos hacia una zona segura, libre de rivales, que no esperaban el movimiento. Los puntos no hacían falta y arriesgaba una posible entrada fuerte de una jugadora de Praga, con el consiguiente riesgo de lesión. Hizo lo que debe esperarse de una jugadora de su experiencia, categoría y cabeza. Chapeau.
Miren ustedes, aquí ya no hay relatividades que valgan: en un partido de Rivas Ecópolis en el Cerro está prácticamente asegurada la emoción y la diversión. Clara Bermejo, Laura Nicholls, Frida Eldebrink, Rachel Allison, Louice Halvarsson, Jasmine Hassell, Laura Gil, Queralt Casas, Vega Gimeno, Laura Quevedo, Gabi Ocete, Marta Hermida e Inés Mata están suficientemente capacitadas para asegurarlo. Y aunque pueda haber algún partido en que estén más espesas, lo habitual es que den espectáculo, mucho espectáculo. Su posición en las diferentes competiciones aseguran, por su parte, que las rivales son de suficiente calidad como para que el espectáculo también lo den ellas, al tiempo que hacen más valioso el de las locales. No se aburrirán en un partido de Rivas Ecópolis, es casi seguro.