Rivas quiere distinguirse como una ciudad especialmente respetuosa con el medio ambiente. Uno de los objetivos desde hace varias legislaturas, es llegar al 2030 con cero emisiones de gases contaminantes. Para eso las numerosas zonas verdes, los miles y miles de árboles, los jardines particulares, los huertos urbanos, las placas solares fotovoltaicas en edificios públicos y residencias privadas, la sustitución de la iluminación incandescente a sistemas led, etc., todo contribuye.

Otro de los objetivos es convertir toda la ciudad en una ‘comunidad energética’. De hecho, ya hay zonas de la ciudad convertidas en ‘comunidades energéticas’ como es el caso de las viviendas de Pablo Iglesias.

Pero hay otras cosas que también se podrían estar haciendo. Llega el tiempo de la poda, sobre todo de árboles y arbustos, tanto las zonas arboladas y de jardines públicos, como en los privados. Otros años, en esta época, he visto trabajar a las máquinas trituradoras de los restos de poda, haciendo montones de serrín orgánico allí mismo, en los propios  jardines. Y allí se queda o, en el mejor de los casos, se extiende un poco sobre la superficie ajardinada, en los alcorques, etc. Esto mismo lo he visto en las zonas boscosas, en los
alrededores del Cerro del Telégrafo y otras. Quizás también se haga con los restos que se trasladan a las instalaciones de Rivamadrid.

En Rivas hay muchas viviendas que disponen de chimenea, también de estufas que usan como combustible el pele. Son muchas las viviendas que, habitualmente durante el  invierno, encienden las estufas o chimeneas y, para ello, tienen que comprar leña. También en verano, para las barbacoas. En estos días, por las calles del municipio, se ve un trasiego de camiones de distribución de leña a domicilio, proceden de Los Santos de la Humosa o de
lugares similares que se dedican a la venta de leña.

Igual que el Ayuntamiento compra paquetes de electricidad para reducir los costes del consumo en instalaciones públicas, y, parece que también tiene intención de comprar para otros consumos, quizás fuera una iniciativa interesante que, con todos los restos de poda, públicos y privados -que son muchas toneladas-, una vez triturados, con el serrín  resultante, además de hojas, césped, etc., se pudieran fabricar briquetas para chimeneas, estufas y barbacoas y pele para estufas que usan este combustible. No solo se reducirían los restos de poda, tanto generados por los trabajos de los empleados públicos, como de los particulares, podríamos contribuir a que no se talen más árboles y seríamos muchos los que consumiríamos las briquetas fabricadas y el pele. Me atrevería a aventurar que, casi, podríamos ser autosuficientes.