El director cineasta y guionista, Pablo Berger, de origen vasco (Bilbao), realizador de largometrajes como ‘Blancanieves’ (ganadora de 10 premios Goya), ‘Abracadabra’ y de su primer largo, ‘Torremolinos 73’, compartió sus vivencias en su encuentro y clase magistral del segundo ciclo de la VII Jornadas de Cine CineLab, en Rivas, haciendo un recorrido desde sus inicios y cómo surgió su inquietud desde muy pequeño por todo lo relacionado con el cine, su gran pasión, hasta llegar a su próximo proyecto que verá la luz en 2023, ‘Robot Dreams’. Berger comentó que “La mejor película siempre es la siguiente, una película es un acto de amor”.
‘Robot Dreams’ es una adaptación de una novela gráfica de Sara Varon, en la que Pablo Berger debutará en el cine de animación 2D, para descubrir una experiencia sensorial, donde se une una mezcla de muchas cosas, emoción, humor, sorpresa, amistad, mucha música y superación, en una declaración de nostalgia a Nueva York, ciudad mágica que le acogió en su juventud para adquirir los grandes conocimientos de cine que él siempre plasma en sus películas.
Su primer cortometraje, ‘Mama’, contó con la dirección de su amigo Álex de la Iglesia y con las colaboraciones de Torrebruno y Ramón Barea (su actor fetiche en todas sus películas -es como su amuleto-). Con los premios obtenidos consiguió una beca para estudiar un Máster de cine en la New York University, y en 2003 realizó el rodaje de su película ‘Torremolinos 73’, con Javier Cámara, Fernando Tejero y Candela Peña.
En 2012 estrenó su tercera película, ‘Blancanieves’, con actrices como Maribel Verdú, Macarena García y Ángela Molina, largometraje que fue elegido para representar a España en los Premios Óscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa, (aunque finalmente no fue nominada por la Academia de Hollywood para competir por el premio), y que ganó 10 Premios Goya, entre ellos, el de mejor película.
Su amor por el cine nace desde pequeño en su propia habitación, donde desde su cama podía escuchar las películas del cine que anexaba en el edificio de al lado (una sala de 1500 butacas, algo que ya parece del pasado a día de hoy). Pablo es de la generación del Cinexin (el cine sin fin), para él fue un descubrimiento tener uno en sus manos y analizar que una película podía ir de delante a atrás e incluso pararse.
Su origen viene de una familia de clase media, con un segundo apellido de raíces musicales “Uranga”, que le brindó la oportunidad desde pequeño de crecer en su niñez en estudios de grabación y rodearse de grandes músicos; es por ello por lo que considera que la música es vital en el cine y la cuida mucho en sus películas. Otro punto clave en su vida es pensar en los momentos del cuarto de estar de casa, donde siempre estaba la TV encendida, dos canales, y escuchar la música de “Lo que el viento se llevó”, para Pablo “la filmoteca de un cinéfilo de los ’70 era la TV”. Pablo se nutrió en su adolescencia de ver mucho cine y de leer mucho cine, durante años compraba semanalmente sus fascículos de cine en el Kiosko (aún los conserva en su despacho encuadernados).
Pablo consigue impregnar su ADN en todos sus proyectos (todas sus historias se conectan con su vida y su experiencia), es un contador de historias, para transmitir, porque según él mismo dice “el cine es emoción, y puedes de un momento a otro pasar miedo y pasar a
reírte, crear dolor y crear placer”. Mi cine es parte de mí, es como hablar de mí. El cine es una imagen, una mirada, una acción, generar emociones, siempre para transmitir algo, por ejemplo: “si quieres poner a alguien triste, ponle sólo en Navidad”. Pablo Berger es un gran referente del cine español, ha conseguido hacer un cine de autor con su ADN, y además ha tenido la suerte de que sus películas hayan sido éxitos.
Sus vivencias, a pesar de las dificultades, han pasado por conseguir los apoyos necesarios, lo cual no ha sido una tarea fácil, llamando a muchas puertas para poder rodar sus largometrajes, realizando coproducciones fuera de nuestras fronteras para que el proyecto
saliera adelante. Siempre hay que tener un plan en una peli, la cuestión es llegar, aguantar y ganar. Blancanieves inicialmente no contó con ningún apoyo, no se entendía que alguien quisiera rodar una película en blanco y negro y muda (es evidente que cuando la película se estrenó, dejó “mudos” a más de uno), “las grandes secuencias de una película no tienen por qué tener diálogo, se tiende a pensar que un guión mudo no es un guión”.
Pablo sabe que todos los guionistas tienen algo de director. Nadie mejor que él para afirmarlo, ya que en todos sus proyectos él ha creado el guión y dirigido la película. Como guionista es todo un ejemplo de disciplina, escribe todos los días por las mañanas. Cuando
comienza un guión, reconoce que lo primero es la inspiración y que ésta continúa con el caos, el desorden, la explosión sin filtro, y por último el orden, que es el que da forma a la historia. Lo difícil es la construcción de las piezas que lo componen: la estructura, los personajes, el formato, el estilo de la escritura. Un guión es un guión – con o sin diálogo- , es como un pastel, y el diálogo es como la nata, es lo último, pero también transmitir con la imagen es un diálogo que el espectador sabe interpretar.
«La magia del cine», suele decir, «es hacer algo muy difícil con un montón de gente que es muy importante, por eso cuando una peli acaba, terminas de verla cuando has visto hasta el final los títulos de crédito», y Pablo confiesa que no se levanta de la butaca hasta que lee las últimas palabras de los títulos de crédito. La sacrificada vida del cine no le ha tratado mal, él mismo dice que “en el mundo del cine hay que vivir con poco, pero con mucho estilo y quejarse poco”.
Conocer a Pablo Berger en el segundo ciclo de cierre de temporada de Cinelab ha sido todo un lujo. Su faceta como director y guionista nos ha cautivado, pero lo más importante es haber comprobado que Pablo Berger es una gran persona, su cercanía, su historia y vivencias tienen mucho de lo que él mismo ha conseguido plasmar en sus películas.