Pintora surrealista, feminista, republicana y pacifista. Considerada, por algunos, como uno de los principales exponentes del surrealismo tardío mejicano ya que, como muchas exiliadas españolas, no pudo volver y se afincó en México país que la acogió con los brazos abiertos.

La crítica de arte Margarita Nelken aseguraba, un año después de su muerte, que: “La producción de Remedios Varo tiene el sereno decurso de un río que nada empuja ni detiene. La técnica no es acierto, ni siquiera certidumbre, es virtuosismo espontáneo. Algo en que no aparece, no puede jamás aparecer la menor falla”. Por su parte, Octavio Paz aseguraba que: “no pinta el tiempo sino la fantasía contra el furor en que el tiempo reposa”. Janet A. Kaplan manifiesta que Remedios sitúa “escenas emocionalmente complejas en un ambiente doméstico y cotidiano”[i]

Dentro del estilo surrealista que domina, su propio estilo es espiritual, lleno de simbolismo, donde las figuras ascienden a través de lo etéreo con un cierto aire mágico y de misterio, creando una atmósfera densa. Sus cuadros son cuidados y, en muchos casos, llenos de recuerdos de su infancia. El gusto por los temas esotéricos y la alquimia nos transporta a la pintura del Bosco con la que tiene ciertos puntos en común[ii].

Antes de seguir hablando de la faceta artística de esta fascinante pintora, creo que se impone bucear en su parte más personal.

María de los Remedios Varo Uranga nació el 9 de diciembre de 1908 en Anglès, un pueblo de Girona. Su madre, doña Ignacia Urande, era ama de casa de origen vasco muy devota cristiana y defensora de valores tradicionales. Su madre y abuela la enseñaron a coser, bordar o diseñar ropa, como a las niñas de su época.

Por el contrario, el padre, Don Rodrigo Varo y Zejalvo, natural de la provincia de Córdoba, era un librepensador, republicano de ideas progresistas y de compromiso social, agnóstico, que protagonizó diversas polémicas con el clero local, hombre culto, estudioso de la mineralogía y del idioma esperanto.

Era ingeniero hidráulico y, debido su profesión, viajaron por España y norte de África. Para que la niña estuviera entretenida, la sentaba a su lado mientras dibujaba, planificaba conducciones de agua, trazaba planos y diseñaba los aparatos mecánicos de sus proyectos… Dado que Remedios ya mostraba talento para la perspectiva y el dibujo, estimuló su interés incluso dejándola utilizar instrumentos de dibujo que usaba en su trabajo; así pues, le enseñó y animó a dibujar desde la infancia. Está claro que Don Rodrigo ejerció una importante influencia sobre ella ya que la animaba a leer y dibujar; fue quién posibilitó que creciera en un ambiente de inquietudes culturales y artísticas.

En 1917 se instalaron en Madrid donde se evidenciaron, aún más si cabe, la diferencia de la forma de ser de sus padres: su madre la llevaba a misa, mientras que visitaba con frecuencia el Museo del Prado con su padre. Parece que su infancia fue feliz y sus recuerdos más tempranos han quedado reflejados en buena parte de sus obras. Remedios terminó sus estudios de Bachillerato en el Instituto San Isidro donde se interesaba por avances y novedades científicas, a la par que aumentaba su pasión por el arte.

Estudió en la escuela de artes y oficios donde fue una alumna destacada y a los 15 años, pudo aprobar el examen para ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; fue una de las primeras mujeres en ser aceptada en esta institución. Realizó, voluntariamente, un curso extra sobre dibujo científico, al mismo tiempo que aprendía a pintar retratos, paisajes,…se puede notar que, probablemente fruto de las visitas al Prado, hay en sus obras influencia de artistas como El Bosco, El Greco, Goya… Permaneció en Bellas Artes entre 1924 y 1930, donde conoció a Maruja Mallo, Salvador Dalí e incluso a quien sería su primer marido: Gerardo Lizárraga.

Varo leía mucha filosofía y ciencias de lo oculto. Sus enseñanzas favoritas estaban de los místicos alemanes de los siglos X y XII. Le gustaban los cantos gregorianos, pero rechazaba la música de las generaciones de los cuarenta, cincuenta y sesenta, porque decía que “se entorpecen las sensaciones”. La música ambiente que escuchaba era de Hildegard de Bingen, abadesa alemana de la Edad Media (cuya semblanza se publicó en este mismo medio el pasado tres de marzo de 2020); como Remedios Varo, Hildegard rechazaba el papel tradicional de la mujer y soslayando las limitaciones artísticas que imponía la sociedad, ambas compartían algunas técnicas artísticas.

Al terminar sus estudios, en 1930, se casó con Gerardo Lizárraga, decidieron viajar a París donde residieron un año, tras el cual, se instalaron en Barcelona. En la Ciudad Condal trabajaron como publicistas y se vincularon con Oscar Domínguez, Esteban Francés, Marcel Jean y otros artistas vanguardistas. Se separó de Lizárraga en 1935.

Remedios Varo conoció a Esteban Francés, quien la introdujo en el círculo de surrealistas formado por André Breton; al relacionarse con ellos integra el grupo Lógicofobista, es decir, «opuestos a la lógica» que intentaba la representación externa de los estados internos del alma humana. En 1936 la exposición de este grupo tuvo cierta resonancia, Remedios expuso un óleo sobre cobre: L´Agent Double, que anticipaba el estilo que desarrollaría quince años más tarde en México.

Volvió a Paris en 1937 junto al poeta surrealista francés, Benjamín Péret, con quien había establecido una relación. Este había llegado a Barcelona para ayudar a los antifascistas, era una persona con un gran compromiso social y conciencia política; en Barcelona se afilió al POUM y se alistó voluntario para combatir cuando empezó la guerra civil, llegando a pertenecer a la Columna Durruti, en el Frente de Teruel. Pese a que los surrealistas pensaban en la mujer como una mediadora entre la naturaleza y el subconsciente, una femme-enfant, una musa, y un objeto del deseo de los hombres, Remedios Varo logró crear una cierta empatía con ellos.

Cuando París cae en manos de los nazis, Péret y Varo fueron internados en un campo de concentración del gobierno de Vichy de donde pudieron escapar a México con la ayuda del Comité para Rescates de Emergencia. Llegaron a México en 1941, allí comenzó a trabajar como diseñadora, decoradora, publicista, realizando toda clase de trabajos artesanales. Se separó de Benjamín Péret en 1947 y él regresó a París para trabajar, junto a Breton, en la dirección del Movimiento Surrealista hasta su muerte.

Remedios se fue a Venezuela con una expedición agrícola y entomológica organizada por el IFAL. Estando allí comenzó a trabajar para el Instituto de Malariología Venezolano estudiando, en el microscopio, a los mosquitos transmisores de la malaria y haciendo dibujos detalladísimos sobre ellos; estas pinturas las firmó con su apellido materno: Uranga. Al mismo tiempo, enviaba a México trabajos publicitarios para la empresa farmacéutica Bayer; eran pinturas para anunciar productos contra paludismo, enfermedades venéreas, reuma, cambios de clima, etc.

En 1949 regresó a México donde siguió realizando trabajos comerciales. En 1952, contrajo matrimonio con Walter Gruñe, político refugiado austriaco…pero dejemos que él nos cuente sus vivencias, reflejadas en la “Biografía de Remedios Varo por Walter Gruen”[iii]

“Llegado ahí [México] tuvo que volver a sus trabajos acostumbrados, pero nunca se quejó de no poder pintar como le gustaba, siempre llevaba una cara alegre hablando con gran fuego sobre temas filosóficos o esotéricos.

De ahí data su intensa amistad con Leonora Carrington, que ya había conocido antes, pero se intensifico más. Remedios consideró que Leonora era la única mujer que la comprendió. Pero, según más tarde me dijo que hablaron de todo menos de pintura.

Un día, Leonora se invitó a casa de Remedios escribiéndole “Vamos a beber de tu tequila”. Extrañamente nunca recibió visita de Leonora Carrington porque prefirió visitarla en su casa, a poca distancia de la nuestra.

Remedios vivía temporalmente en diferentes casas de amigos y empecé a interesarme por ella y quedé impresionado de sus dibujos y pinturas. La gente se sorprendió de la calidad de sus trabajos publicitarios siempre firmados con el nombre Uranga. Le propuse dejar los trabajos comerciales y vivir conmigo de los ingresos comunes, que no eran extraordinarios pero bastaban para mantenernos.

Un día Remedios vino a la tienda donde yo trabajaba y me dijo que había encontrado un departamento muy especial. Efectivamente este se encontraba exactamente en frente de donde yo trabajaba.

Era el año 1951, cuando nuestra vida en común empezó a aportar frutos magníficos en la pintura de Remedios, vendió algunos cuadros directamente a personas interesadas y siendo una persona muy independiente, siempre insistió en participar en los gastos diarios.

En 1954 recibió la invitación de participar en una exposición (…) Remedios era muy tímida y tenía miedo y angustia de presentarse, hubiera aceptado exponer algunos cuadros pero no presentarse personalmente. Finalmente aceptó tomar parte en dicha exposición junto con las pintoras Leonora Carrington, Elvira Gascón, Alice Rahon, Cordelia Urueta, Solange de Forge. Los seis cuadros de Remedios se vendieron y la crítica se desbordó de elogios, manifestando su sorpresa sobre la gran calidad de su arte.

Desde entonces el éxito de Remedios estaba asegurado. Recibió pedidos para cuadros que ni estaban empezados. Recibió un encargo para un retrato del gran cardiólogo Dr. Ignacio Chávez y muchos otros. Le pregunté si estaba satisfecha con el éxito logrado, y me contestó que no le importaba, que se consideraba como una artesana, aunque quizás ponía mayor interés en su trabajo: para ella se trataba de resolver un problema psicológico, a veces filosófico o muy complejo, y esto era todo.

Seguía pintando con la misma intensidad haciendo sus visitas casi diarias a Leonora Carrington en las mañanas. Frecuentemente se sintió muy frágil y yo tenía que hacerle inyecciones de extracto de hígado para fortalecerle.

En el año 1958 o 59 se volvió a Francia para visitar a Benjamin Péret quien estaba gravemente enfermo y que murió en el 59. Hizo ese viaje superando un gran miedo. Allá se encontró con varias amigas y amigos del círculo surrealista, pero a su regreso me dijo que se sintió muy distante intelectualmente, que los consideraba muy estancados en sus ideas. Se sintió más libre fuera del círculo parisiense y fuera de la predominancia masculina de André Breton.

Se fue a Hendaya y Biarritz donde recogió algunos pedazos de madera flotando en el mar, los consideraba como mensajeros de España. Obviamente mantuvo la nostalgia por su madre quien había vuelto a regresar a España desde Venezuela”.

Hablamos de una pintora con influencias surrealistas, de maestros primitivos, autores renacentistas, pero con un gran estilo propio y personal, notablemente original. Su capacidad para pintar fabulas y metáforas es sorprendente. En sus pinturas nos encontramos personajes medio humanos y medio animales en entornos medievales y góticos. Sus dotes creativas eran sobresalientes, así como su minuciosidad, meticulosidad y detallismo. Reproducía tecnología, naturaleza, ciudades, paisajes, torres, gatos, castillos fantásticos. En ocasiones se produce una fusión entre naturaleza y arquitectura.

Su estilo narrativo, con conciencia feminista, se basaba en sus propias experiencias, en la exploración de lo racional en un mundo de fantasía, mostrando la naturaleza, la alquimia, lo sobrenatural, y la mujer como fuente de sensibilidad y poderes regenerativos. Varo logró, de esa manera, la reconciliación de dos mundos: el científico y el mítico, dando origen así a la trascendencia y a la reencarnación. En buena parte de sus obras la mujer es protagonista, como agente creadora y figura poderosa.

Como pintora surrealista se perciben revelaciones del subconsciente, elementos oníricos y una libre asociación de imágenes, con una simbología de difícil interpretación. En sus obras podemos ver desde un relojero rodeado de relojes que marcan la misma hora (La revelación, 1955), una persona buscando el hilo invisible que une un pentagrama (Armonía, 1956), un vagabundo vestido con un traje indescriptible (Vagabundo, 1957), una mujer lechuza pintando aves que salen a volar desde el papel (Creación de aves, 1957), personajes cuyo pelo es una nube y la barba un medio de transporte (Locomoción capilar, 1959), sombras besándose en el suelo (La despedida, 1961), un científico enigmático experimentando con plantas (Planta insumisa, 1961), una mujer pájaro soplando una flauta doble (El trovador, 1961). Por no hablar de originales obras como Fenómeno (1962), Tránsito espiral (1962), Naturaleza muerta resucitando (1963),…

Cuando volvió a México desde París, tras la muerte de Benjamín Péret, volvió a pintar con gran energía preparando una nueva exposición que tendría lugar en el año 1962. En esa exposición alcanzó su máximo éxito vendiendo todo lo que expuso. Remedios  murió poco tiempo después; un infarto acabó con su vida. La noticia se propagó rápidamente y muchas personas se reunieron en la casa y durante el entierro en el panteón Jardín.

“Planté en su tumba un joven eucalipto que hoy es un árbol frondoso cuya sombra protege su tumba”, Walter Gruen.

[i] Navas, Raúl: Remedios Varo, una artista por descubrir. Arte y exilio republicano Eulaliobe.

[ii] Literaberinto.com

[iii] Se han realizado pequeños cambios en el texto para mejorar la comprensión, en ningún caso se desvirtúa el significado original del texto.