Tras una moción de censura en Murcia, finalmente fallida, la Comunidad de Madrid convoca
elecciones un martes 4 de mayo intentando dar un golpe encima de la mesa para gobernar con mayoría absoluta.

Días después se confirman las elecciones, se confirman candidatos nacionales, se confirman las coaliciones y las no coaliciones, empieza la “precampaña” con más tono de campaña nacional que de autonómicas. La derecha dividida en tres, la izquierda dividida en tres, Monasterio, Ayuso, Edmundo, Gabilondo, Mónica e Iglesias. Y yo con menos de medio año de militante y dos meses al frente del área joven del partido.

Todo es un proceso y a mí me pilló muy verde, al igual que a la izquierda, pero no por eso nos hemos desactivado. La entrada en escena de Pablo Iglesias marca un antes y después en la situación de Madrid, el rechazo de parte de la izquierda progresista de ir juntas, el
transfuguismo de Ciudadanos, un PSOE que despierta y un fascismo que amenaza. Todo ello hace que la campaña se vuelva el centro de los medios, el centro de los debates y el centro de la vida política, esa que estoy empezando a descubrir.

Para mí la campaña ha sido un descubrimiento de la política más eufórica y sentimental,
pegadas, reparto, actos, mesas informativas…. Me he dado cuenta de lo importante que es  el o la militante anónimo, esa que convence a una persona en el metro a las 7 de la mañana para votar Unidas Podemos, como me pasó a mí, y que tus amigos y conocidos te pregunten por qué votar a lo que hace pocos meses estás representando. A su vez, ver los mítines del partido, ver cómo lo cuentan, ver los debates, leer sus propuestas, sus fotos, sus actos, que te das cuenta de que los sientes como tuyos. Que un ministro venga a Rivas, que el sur de la Comunidad sea el centro de Madrid por momentos, ir con tu portavoz a pegar carteles y el cierre de campaña espectacular en Vicálvaro.

Por todo esto y mucho más estoy orgulloso de ser de esa juventud comprometida con lo social, con el municipio y con la política de izquierdas y todo lo que representa. La única manera de parar al liberalismo y al fascismo, que lo que quiere es que nada cambie para seguir igual de bien con su riqueza, es combinar tres cosas: organización, compromiso y militancia joven.