Las consecuencias de una política «opaca» de comunicación

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El caso del conductor de La Veloz acusado de maltratos a una pasajera con movilidad reducida ha hecho saltar una intensa polémica en las redes sociales. Como era de esperar, las personas que participan en ellas se han dividido entre quienes condenan automáticamente al conductor sin tener en cuenta que la información disponible habla simplemente de la denuncia de unos hechos aún no confirmados; y quienes, como reacción quizás, defienden apasionadamente al conductor, aunque también sin pruebas.

Tras una semana  manteniéndose esta polémica en las redes, un comunicado de la sección sindical de CCOO de La Veloz ha salido al paso con un comunicado en el que, por un lado, asegura haber realizado una investigación propia de los hechos denunciados, fruto de la cual afirman categóricamente que en absoluto son ciertas las acusaciones. Por otro lado, acusa explícitamente a los medios de comunicación de no haber investigado «ni lo más mínimo» las acusaciones y, con ello, de haber «ensuciado el honor» del conductor.

Esta acusación de falta de investigación y contraste de las informaciones es especialmente grave porque atenta contra todo lo que un medio de comunicación puede tener como activo: su credibilidad. Lo que diferencia a un medio de comunicación (o mejor, digamos de información) de lo que se cuenta en las redes, es precisamente la labor que el medio debe realizar para contrastar la información de la que dispone, antes de ofrecerla al público. Muy pocas personas de cuantas utilizan habitualmente las redes sociales consideran esto como un deber personal suyo, y el resultado es, con demasiada frecuencia, la difusión de bulos y rumores sin fundamento.

Por nuestra parte, no consideramos en absoluto que hayamos dejado de lado ese deber de contrastar la información. RIVAS ACTUAL lo intentó con la información contenida en la denuncia de FAMMA Cocemfe desde el mismo día en que se conoció la misma. Se envió un mensaje a la Sección Sindical Estatal de CCOO de La Veloz, a través de su Facebook, sin que hasta el momento hayamos obtenido respuesta alguna. También hablamos con el Consorcio Regional de Transportes de Madrid (CRTM), que sólo informó que la empresa había separado del servicio cautelarmente al conductor mientras se investigaban los hechos y nos remitió a la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid para cualquier otra consideración. La Consejería sí dio una escueta información que únicamente daba cuenta de las medidas «rigurosas» que defenderían en el Consorcio frente a actos de este tipo.

Si bien las dificultades para conseguir contactar con el propio conductor eran evidentes, este medio lo intentó dirigiéndose a compañeros del conductor acusado, que cubren también diferentes trayectos entre Madrid y Rivas en alguna de las líneas que La Veloz opera. Al margen de la extrañeza que todos esos compañeros mostraron por la conducta de la que acusaban a su compañero, ninguno de ellos quiso o pudo facilitarnos un contacto directo con él. Sólo diez días depués hemos conseguido contactar con un miembro de CCOO de La Veloz que afirma que el contenido del comunicado antes mencionado es auténtico y nos ha ofrecido una serie de valoraciones al respecto. La autenticidad del comunicado quedaba puesta en duda por el hecho de que el mismo día de su publicación, ni la web de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO, ni la de CCOO de Madrid, ni el Facebook de la sección sindical estatal de CCOO de La Veloz, lo incluían entre los contenidos de sus portales. La autentificación por parte de los miembros de la sección sindical de la empresa nos convence de que es auténtuico y por ello nos referimos a él.

Pensamos que es de suma importancia comprender que para poder realizar esa imprescindible tarea de contraste de la información es absolutamente necesario que las fuentes de la misma no sean opacas. En casos como el que nos ocupa es muy habitual que, bien  por intuición propia, bien por consejo de un abogado o abogada, las personas acusadas o quienes están a su alrededor guarden silencio, en la creencia de que el silencio propio producirá un silencio también en la difusión de «informaciones» respecto al problema. Y no es así. Cada vez lo es menos.

Lo que RIVAS ACTUAL se encontró (como el resto de medios) fue una denuncia hecha pública a bombo y platillo por una entidad solvente y de prestigio, como FAMMA Cocemfe. No sólo se hizo pública la denuncia en los términos habituales (un comunicado de prensa, por ejemplo), sino que su presidente grabó un video que también hizo público en el que se mostraba sólidamente convencido de la veracidad de los hechos denunciados por la pasajera con movilidad reducida. RIVAS ACTUAL acompañó la primera información que publicó respecto a este asunto, con el mencionado video de FAMMA, y la intención de ello no era otra que aportar todo el soporte posible a la información. Posteriormente, cadenas de televisión como Telemadrid o diarios de tirada nacional como El Mundo han publicado entrevistas con la pasajera, en la que ésta se ratificaba punto por punto en los términos de su primera denuncia.

Todos estos «hitos» de este caso se han ido sucediendo a lo largo de diez días, un periodo de tiempo que en la época actual equivale a más de un mes hace sólo unas pocas décadas. Precisamente las redes sociales son las que más han hecho por acortar tan drásticamente los tiempos en los que una noticia sale a la luz, madura informativamente hablando y finalmente declina hasta desaparecer deglutida por la incesante llegada de otras nuevas.

Teniendo en cuenta esto, las políticas de silencio a las que antes nos referíamos son un arma de doble filo, pero de una peligrosidad letal. Callar ante acusaciones tan graves y hechas públicas de forma tan notoria no ayuda a la persona acusada, si es inocente de las acusaciones. Por el contrario, el silencio suele ser interpretado como culpabilidad, sin que, desde luego, tenga por qué ser así. Pero es así.