Marta Negro es una joven ripense que hace unos meses decidió abordar un reto personal: dar la vuelta al mundo sin utilizar, en la medida de lo posible, el dinero. Todo a base de trueque, porque, según explica, “para vivir y viajar, el dinero no debe ser siempre el protagonista”. Marta llegó a un acuerdo de colaboración con Rivas Actual que permitirá a las y los lectores conocer una crónica mensual de su viaje.
Octubre, 2019
Tras 10 dias de estar en familia en Polonia, tocaba dejar la comodidad de una casa y ponerme de nuevo en ruta. Mi objetivo esta vez era llegar a Letonia para cruzar la frontera rusa desde allí, ya que no podía hacerlo por Bielorusia por temas de visa. Así que de nuevo, saqué el dedo pulgar y tras 3 camiones distintos que fueron intercambiándome cual mercancía, en el buen sentido, para asegurarse que llegaba a mi destino, llegué a Kaunas, Lituania.
Una vez allí, me di cuenta que había logrado un gran objetivo personal: Cruzar Polonia haciendo autostop sola.
Y éste no sería el último objetivo que lograría.
Después de 4 días en Kaunas, preparando mi siguiente parada, Letonia; me encontré con un problema logístico. Para llegar a la ciudad desde donde cogería el primer tren rumbo a Rusia (Rezneke) , me separaban 11 horas de autobús ya que me hacían ir a la capital, Vilna. En cambio, en coche, eran 4. Por tanto, mi etapa de autostop no había acabado.
Esta vez esperé más de una hora y media al lado de la carretera, confieso que hubo un pequeño momento en el que pensé que no llegaría, pero tras un coche y un camión, logré llegar a Letonia. Más concretamente a Dougavpils. La segunda ciudad más importante después de Riga. Allí un periodista letón me hizo una entrevista para un medio local, y al día siguiente cogí el primer tren de mi viaje que me haría llegar a Moscú.
Pasé 13 horas en tercera clase, donde en la litera de arriba, no podía sentarme, simplemente podía estar tumbada, así que “obligada” a descansar, hice balance del primer mes y medio de viaje.
Hasta la fecha, había logrado 13 experiencias nuevas, en las que el dinero no había sido la moneda de cambio. Un auténtico logro personal.
Ya en Moscú, pasé 2 semanas en las que ayudé en un hostel a cambio de alojamiento, preparando y aprendiendo la típica sopa Borscht, descubriendo la ceremonia de té ruso y siendo guía del precioso metro de Moscú.
Moscú es una ciudad enorme, con lugares muy bonitos aunque pretenden mostrar el lujo a raudales. Tiendas y más tiendas de lujosos diseñadores, gente vistiendo ropa carísima, cuando existe una realidad a pie de calle que no es esa. En el hostel en el que estuve, había más de un caso de moscovitas que alquilaban su piso y vivían en el hostel porque no tenían suficiente dinero para pasar el mes. Así que esos contrastes fueron muy impactantes.
Quince días fueron suficientes en la capital rusa, comenzaba el esperado momento de iniciar la icónica y famosa ruta del transiberiano, aunque eso, os lo cuento la próxima vez. Si quieres saber cómo es la experiencia en la ruta del transiberiano, estoy contando casi en directo mi viaje aquí.