Miguel Ángel Rodríguez (conocido por el acrónimo de su nombre, MAR), director del Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha enviado mensajes amenazando a periodistas de elDiario.es, y al medio como tal, por la publicación de diferentes artículos en los que este periódico muestra el resultado de su investigación sobre los tejemanejes de Alberto González Amador, la pareja sentimental de la Presidenta. Entre esas amenazas, muy explícitas, figura la de «triturar» al periódico y, hay que suponer, a sus periodistas.
Lo primero que hay que decir es que elDiario.es ha reaccionado de forma ejemplar, rechazando las amenazas y continuando con la publicación de diferentes piezas en las que se expone el conjunto de operaciones en las que González Amador participó desde el comienzo de la pandemia, a comienzos de 2020, hasta al menos un par de años después. Estas operaciones implican enriquecimiento presuntamente ilícito, intento de defraudar a Hacienda y una conducta escandalosa simbolizada por la ya famosa compra de un coche de la marca Maserati pocos días después de cobrar su primera comisión por la venta de mascarillas defectuosas al Ayuntamiento de Madrid.
Que el director del Gabinete de la Presidencia de la Comunidad amenace a un medio por publicar estas cosas implica, de manera obvia, la vinculación entre la propia Presidencia a la que Miguel Ángel Rodríguez asesora, y los actos presuntamente fraudulentos de la pareja de Isabel Díaz Ayuso (presuntamente, porque aún no han sido juzgados, pero que en buena medida han sido implícitamente aceptados por González Amador al remitir a Hacienda propuestas de saldar las multas por varias de las actuaciones fraudulentas que le achacan).
De forma que hay que entender que las amenazas vertidas por MAR las hace suyas Isabel Díaz Ayuso. De lo contrario, Miguel Ángel Rodríguez ya estaría despedido. Y no lo está.
Más allá de lo intolerable de esta conducta amenazante, asombra la escasez y tibieza del posicionamiento de medios de comunicación al respecto. A pesar del comunicado de la asociación de editores CLABE y de algunas publicaciones en otros medios, esa escasez de posicionamiento produce la sensación de que muchos profesionales de la comunicación no se sienten amenazados. Probablemente porque o bien no publican la información que está publicando elDiario.es, o bien procuran que pase lo más desapercibida posible.
No se queje nadie, con este panorama, de la falta de credibilidad de una gran parte de los medios de comunicación españoles. Qué lejos, en el tiempo y en la conducta, quedan las ejemplares reacciones de medios de otros países cuando el poder político ha pretendido silenciar a uno de ellos.