17 de septiembre 2016.- A continuación compartimos una carta enviada por Emilio Ortiz Celada tras conocerse el fallecimiento de Raian, un niño que permanecía a la espera de un trasplante intestinal multivisceral:
«Esto no puede pasar.
Abro los ojos un viernes cualquiera preparándome para coger carretera a currar en los conciertos con Loquillo, y me llega la noticia que por desgracia esperaba hace tiempo. No es un viernes cualquiera, es un viernes triste para mí.
Un viernes que me ratifica la inutilidad de quienes dicen gobernarnos, de su falta de humanidad, de su inutilidad más absoluta, de que “tanto tienes, tanto vales”.
El pequeño gladiador Raian se nos ha ido, esperando durante dos años en una habitación minúscula sin aire acondicionado que un trasplante multiorgánico llegase y que, como no es hijo «de», no llegó.
Solo escribo como empezó la pesadilla para Raian y sus papis:
La mamá de Raian, estando en su periodo de gestación, sufría de muchos vómitos, mareos y pérdidas de conocimiento. En el Gregorio Marañón decían “es normal, estás embarazada”, con la ecografía delante.
Los papis dudaron pues ella seguía con desmayos y se fueron a un privado donde, con ecografía en la mano también, les dijeron que el pequeño tenía una pequeña abertura en su vientre y le salía unos centímetros de intestino al líquido amniótico y eso producía todo. Les ofrecieron operación cuando el peque naciese, pero era un hospital privado y volvieron al Gregorio Marañón y Raian nació. Le metieron al quirófano y empezó la pesadilla familiar.
La primera de muchas negligencias, hasta ayer su fallecimiento, pero la única que voy a contar es la que inicia todo:
En quirófano, al pequño le tenían que quitar esos pocos centímetros de intestino y lo hicieron al revés: le quitaron casi todo dejando unos centímetros. Fue trasladado a La Paz donde ese trasplante nunca llegó y si llegaron más y más problemas, negligencias, amenazas y lo peor una falta de humanidad absoluta por estos que dicen nos gobiernan: sí, es cierto, gobiernan para la minoría.
Kiko, el papá de Raian, participó en el programa Mujeres, Hombres y Viceversa y esto le proporcionó una serie de contactos que utilizó evidentemente para intentar salvar a su pequeño. Sálvame se personó en La Paz y salió en la tele.
Lo surrealista, y doy fe de ello, es que pues pocos días, mientras entrevistaba a los padres para Rivas Actual en la puerta del hospital, se personó el consejero de Sanidad amenazando vil y cruelmente por la situación a la pareja: “¿Cómo utilizáis la tele para esto?”
Kiko respondió que era ilegal comerciar con órganos ellos pedían ayuda para ir a Estados Unidos a operar al peque, y que como padres harían todo lo que fuese necesario. Repito: yo lo viví en persona.
Lo más cachondo (que de cachondo no tiene nada), su justificación de dejar el coche oficial en plaza de Castilla para no llamar la atención de la prensa. Señor consejero, ¿que no vea la prensa tanta cantidad de negligencias?
Y así mes tras mes, hasta los dos añitos de vida con el cariño de sus papis, familia y amigos, y con la desidia de los que deberían haber hecho algo, y no robar el dinero de todos para sus lujosas vidas sin dar ninguna esperanza, solo dejando pasar el tiempo… Bravo, lo habéis logrado, y tan creyentes que sois no os merecéis ese cielo que pregonáis.
Nos toca vivir y no deberíamos permitir tiempos en lo que todo vale. Es prioritario el tener y el ser, se naturalizan los daños colaterales, pero los niños deberían ser lo más importante. Todos, no dependiendo de qué cuna vengas. A veces y algunos son bestias sedientas de poder y el verdadero poder está en la sonrisa de un pequeñín.
Hay algo bueno en este mar de dolor y son todas y todos los vecinos de Rivas Vaciamadrid que dieron su corazón en los actos benéficos, como el Máster de Ciclo, el partido de Fútbol y concierto en el Pilar Bardem .
Veteranos del Real Madrid, Club Deportivo Palestra, Karate Lagos, Parque Sureste, Rivas Actual, Ayuntamiento de Rivas, Artistas, técnicos, producción, a todos los que pusisteis un granito de color esperanza y solidaridad.
Me enorgullezco de mis vecinas y vecinos, y entre todos tendríamos que exigir a los que pagamos, «sean del color que sean», que cumplan con su cometido, que no es el de robar para luego decir que no podemos ayudar a un niño por qué no hay dinero.
Besos y abrazos. Salud.
Descansa en Paz, Pequeño Raian.»
Emilio Ortiz Celada