Enrique Gálvez, 14 años, campeón absoluto de España de karts cuatro tiempos

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Enrique Gálvez explica que se siente «totalmente distinto» cuando se sube a un kart de competición. Se pone el casco y, como por arte de magia, su cerebro «olvida» que sufre un trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad (TDAH). Se trata de un trastorno que ralentiza el ritmo normal de maduración de algunas zonas del cerebro y dificulta que quienes lo tienen puedan mantener la concentración en determinadas actividades. La conducción de karts no es una de ellas para Quique. A los diez años, una vez diagnosticado como TDAH, su padre, Enrique, y su madre, Noemí, decidieron llevarle al circuito de Karting Rivas que hay en esta ciudad. Eso lo cambió todo.

Ahora, a sus 14 años, y cuatro después de empezar a conducir, Enrique Gálvez hijo, Quique, es campeón absoluto de España de Karts de Cuatro Tiempos, la categoría que poco a poco va extendiéndose más en este mundillo. Obtuvo el título el 23 de junio de 2018, compitiendo contra pilotos de treinta o cuarenta años que son leyendas en el mundo de los karts. La victoria fue «inesperada», dice Noemí, porque «Quique llevaba muy poco tiempo compitiendo y sus rivales tenían ya mucha experiencia». Pero, aunque fuese por unas milésimas, se fue de Orihuela, en cuyo circuito se disputó el campeonato, con la copa bajo el brazo. Más recientemente, a principios de este mes de noviembre, ganó la carrera de resistencia de 30 horas celebrada en Campillos (Málaga), junto con su equipo, SRK. En fechas también cercanas, hizo ‘pole’ en Viana do Castelo (Portugal), entre 40 equipos que compitieron.

Sobre el Campeonato de España, asegura Enrique Gálvez padre que «El de Orihuela está reputado como el circuito más duro de España». Es quien metió el gusanillo de la conducción en su hijo. Enrique padre siempre ha sido un apasionado del motor. La familia había viajado muchas veces a circuitos de Fórmula Uno o de Racing y el padre había subido al hijo muchas veces en un quad que había comprado. Tiene una colección de coches antiguos que incluye un BMW, un Seat 124 negro y un apreciadísimo Renault Fuego. Cuando le llevó al Karting Rivas y Quique se sentó en el estrecho asiento del kart y empezó a conducirlo, su cerebro debió ver que aquéllo era algo en lo que merecía la pena concentrarse. Y vaya si se concentró.

Orgullo y miedo

Kike posa con la copa que le acredita como Campeón de España

Cuando Noemí y Enrique hablan de Quique se nota un desbordante orgullo por su hijo. Un orgullo que mitiga el miedo, «o al menos la preocupación» que inevitablemente sienten cuando ven conducir a su hijo a altas velocidades (en un circuito con grandes rectas, como el de Sevilla, alcanzan los 120-130 kilómetros por hora). «En mi caso», asegura la madre, «el miedo es más por cómo puedan conducir otros pilotos, porque en este deporte hay de todo, como en cualquier otro. Pero yo tengo mucha confianza en Quique y no me preocupa que pueda cometer una tontería conduciendo».

Pero, claro, a pesar de esa confianza en el hijo, que también comparte el padre, «es inevitable pasar algo de miedo. Un trompo, o una salida de la pista con un posible vuelco, son cosas que pueden llegar en cualquier momento». Y un kart no es, precisamente, el vehículo en el que más protegido va el conductor. Un golpe a 120 kilómetros por hora en un vehículo pequeño y sin apenas protección podría tener consecuencias importantes.

Quique es consciente de sus virtudes al volante. «Creo que soy muy constante y tengo mucha resistencia, pero sobre todo mantengo una gran concentración cuando conduzco». Las carreras de karts suelen ser en la modalidad de resistencia, en la que los pilotos están diez, veinte o incluso treinta horas al volante, con sólo unos minutos de descanso cada vez que repostan. Enrique padre se fija mucho en cómo lo hace su hijo: «Tiene una gran intuición para tomar las curvas, ahí araña bastantes milésimas». Y no le preocupa que el asfalto pueda estar mojado, porque «con agua se maneja mejor que la mayoría».

Cambio radical

La conducción de karts ha traido consigo «un cambio asombroso en la marcha de Quique en otras actividades, por ejemplo en el colegio», aseguran los padres. Como la gran mayoría de TDAH, Quique tiene problemas para sacar adelante los cursos con soltura. Ese déficit de atención afecta de manera muy destacada en los estudios, en los que las tareas largas y tediosas suelen ser obstáculos casi insalvables. El resultado es, con frecuencia, varios suspensos al final de curso.

«Hemos tenido que cambiar varias veces de centro educativo, porque no en todos saben tratar adecuadamente con los alumnos con TDAH», cuentan Noemí y Enrique. «Pero este año estamos viendo un cambio radical en la marcha de Quique en su colegio, va por mucho mejor camino». Y achacan la mejora no sólo al centro, sino, «desde luego también a la conducción del kart». «Le ha aportado una madurez que nos llama la atención», dice Noemí. «No sólo es que sea capaz de concentrarse cuando está al volante, es que vemos que esa capacidad también se extiende a otras facetas de su vida», remacha.

Ambos cuentan una anécdota del hijo que les llena de orgullo: «Recientemente corrió en un circuito una carrera en la que también competía la amiga de uno de los dueños de la instalación. En una curva Quique arriesgó bastante y empujó al kart de su rival, echándole fuera de la pista. E inmediatamente paró su kart, fue a interesarse por la chica y le ayudó a devolver el vehículo a la pista y a arrancarlo. Él mismo no arrancó hasta que el de la chica no hubo salido de nuevo».

Un kart de 5.000 euros

El lado problemático de esta afición es el coste. «Un kart de competición de cuatro tiempos puede salir por unos 5.000 euros», explica Enrique. «Y además está el mantenimiento, las reparaciones, los entrenamientos, los viajes a otros circuitos para competir…» En total, un año de competir en carreras puede salir por 10.000 euros. «A nosotros se nos hace cuesta arriba porque a medida que Quique va mejorando y siendo más conocido, le llaman para correr en más sitios, y el coste aumenta, claro», cuenta Enrique padre.

Es tan cierto que Quique es ya muy conocido y valorado, que recientemente uno de los equipos punteros de España, SRK, le ha fichado. «El problema es que con la precariedad que se mueve todo en este mundo, fichar por un equipo apenas significa nada en cuanto a ventajas económicas. Prácticamente todo te lo sigues teniendo que pagar tú», cuenta el padre.

«Este año hemos tenido que renunciar a correr el Campeonato del Mundo en Estados Unidos, porque el viaje salía carísimo, pero ha sido una pena porque suponía un espaldarazo definitivo para Quique», añade. También tuvieron que renunciar a viajar a Bélgica, donde Quique podría haber competido en otra carrera importante. «No sólo es el viaje: está la manutención, el alojamiento… Hemos tenido que comprar una furgoneta grande para llevar el kart, y allí mismo dormimos los tres si no podemos encontrar otra cosa, pero no se descansa igual, desde luego», cuenta Noemí.

Es por eso que Enrique y Noemí hacen lo imposible por dar a conocer el deporte en el que su hijo está descollando a pasos agigantados. Alcanzar el campeonato de España absoluto a su edad revela que su futuro en este deporte es luminoso, pero «es difícil encontrar patrocinadores, porque piensan que es un deporte muy minoritario y que su aportación no va a obtener rendimientos», dicen ambos padres. Sin embargo, tienen la esperanza de que «siga creciendo la afición en España tal como está haciendo, porque cada año somos más quienes nos interesamos y nos metemos en él».

Una gran familia

El mundillo del karting es, como el que rodea a cualquier deporte minoritario, una gran familia. Suena a tópico, pero Noemí explica que «realmente es así. Cuando vamos a un circuito nos juntamos todos los acompañantes de los pilotos, da igual si son del mismo equipo o son rivales. Compartimos la comida, la preocupación y las risas». «A mí me encanta terminar la carrera y ver que todos los pilotos nos juntamos como si no hubiéramos estado compitiendo unos contra otros apenas unos minutos antes», explica Quique. Le encanta la relación que vive en ese mundillo, y se nota.

¿Y el futuro? «No lo podemos saber», dice Enrique, «pero estamos convencidos de que Quique va a seguir creciendo en este deporte y consiguiendo más triunfos, está dotado para ello». Que llegue más o menos lejos y que España cuente con otro campeón dependerá de la visión de futuro de empresas que valoren el rendimiento que puede dar quien ha hecho posibles esos títulos. Ahora mismo tienen un diamante ya muy pulido que pueden ayudar a engarzar en un hermoso anillo.

AGRADECIMIENTO

Rivas Actual quiere agradecer a la dirección y empleados de Karting Rivas su total colaboración para la realización de este reportaje.