El pasado jueves se presentó ‘Be You’ en el Centro Social Covibar, una iniciativa promovida por el terapeuta en adicciones formado en Proyecto Hombre Emilio Ortiz, que se marca como objetivo ayudar en la prevención y el tratamiento de las múltiples adicciones que afectan a parte de la población en general, pero muy especialmente a la adolescencia y juventud. RIVAS ACTUAL entrevista a Emilio Ortiz para hablar de las adicciones y de su inicativa, junto con Lola Sánchez, una de las miembros de su equipo.
RIVAS ACTUAL: Be You, según lo explicasteis en la presentación pública de la semana pasada, parece una opción nueva en Rivas. ¿Es así, conocéis alguna otra alternativa similar?
EMILIO ORTIZ: La verdad es que personalmente, no. Desde luego que hay varios gabinetes de psicología que entiendo que tendrán la formación necesaria para abordar los trastornos derivados de la adicción a diferentes cosas, pero el método que nos planteamos seguir en Be You creo que lo hace único, no sólo en Rivas.
Aquí vamos a tratar estas adicciones desde la raíz: dónde y por qué se generan, y vamos a tratarlas desde la cercanía emocional que nos parece imprescindible para llegar de verdad a los miedos, los complejos y los demás factores que están habitualmente tras la iniciación en estas adicciones.
Y no hablo solamente de la adicción a las drogas, sea la marihuana u otras más fuertes. Esto es lo que estamos acostumbrados a entender cuando usamos esa palabra, «adicciones», pero hoy por hoy existen otras que, de manera diferente, afectan igualmente, y de manera muy acentuada, a todas las personas, pero especialmente a las y los adolescentes. Hablo de la adicción al juego o a las apuestas, o de la adicción a las redes sociales entendida como un mal uso de ellas.
Cuando hablo de «cercanía emocional» me refiero a que nuestra forma de acercarnos a las y los jóvenes pasa por cosas como llevárnoslos de excursión al monte, realizar un trabajo de adiestramiento de perros o preparar una jornada en la que podrán ver en directo y en primera fila cómo se monta un concierto de algún grupo famoso… Son cosas que sabemos que les «engancha», y a través de ellas estamos convencidas de que lograremos que se acerquen a nosotros y nos cuenten los factores que están haciendo que caigan, o no puedan salir fácilmente, de determinadas adicciones.
Según mi experiencia, esta forma de abordar el tratamiento nos hace diferentes de lo que yo conozco en Rivas.
RA: Lola, tú estás titulada en la aplicación de la técnica del reiki. Mucha gente piensa que esta técnica, al igual que algunas otras, no son más que un engaño, que no se basan en nada científico y no sirven realmente para conseguir curar o ayudar a curar determinados malestares. ¿Cómo lo ves tú?
LOLA SÁNCHEZ: Sí, es verdad que mucha gente piensa eso. No es así, desde luego. Durante mucho tiempo ha ocurrido lo mismo con otras técnicas de relajación y «sanación» emocional, como el yoga. Lo que ocurre es que con el paso del tiempo el yoga ha evidenciado el alcance de sus efectos positivos y eso ha permitido que tenga más reconocimiento oficial, por decirlo de algún modo. El reiki ha llegado a España más tarde y aún no ha alcanzado ese nivel de reconocimiento, pero llegará igualmente.
El reiki se basa en algo absolutamente científico, como es la teoría de que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma constantemente. Eso vale también para la energía que está en nosotros y nosotras, en nuestro interior. Y esa transformación de energía que se opera en nuestro interior es un proceso que se da a diario y constantemente. En lenguaje más coloquial decimos que hoy «tenemos un mal día», o que «nos hemos levantado con el pie derecho», y eso se corresponde con un determinado estado emocional causado por diferentes factores que alteran el equilibrio en nuestro interior. Es entonces cuando «tenemos un mal día», respondemos de forma airada, nos enfadamos excesivamente por algo, damos malas contestaciones a los demás…
Las técnicas que conforman el reiki buscan, aplicadas en su conjunto, restablecer ese equilibrio emocional, ayudar a encontrar las causas de su ruptura y la mejor manera, dependiendo de cada persona, de restablecerlo.
RA: Rocío Marín, la tercera miembro del equipo [que no pudo estar presente en la entrevista por razones profesionales] es psicóloga y ‘coach’. Lola es terapeuta de reiki. Emilio lo es en adicciones. ¿Be You piensa ofrecer un tratamiento multidisciplinar?
E.O.: Sí, desde luego. Cuando maduré esta iniciativa tuve muchos ofrecimientos de amigos a los que he ido conociendo por mi actividad todos estos años como terapeuta formado en Proyecto Hombre. Hablo de psicólogos, también psiquiatras, que me han ofrecido su colaboración de manera incondicional. Desde luego, Be You está abierto a esas colaboraciones y son muy bienvenidas, sin embargo yo tuve claro desde el principio que era muy importante que formaran parte de la iniciativa personas con una edad mucho más joven.
La sintonía con las personas a quienes vamos a tratar es algo fundamental, y si bien es cierto que, afortunadamente, yo he conseguido tener una capacidad bastante grande de sintonizar con adolescentes, lo cierto es que no es posible hacerlo de la misma manera que pueden hacerlo personas de una edad mucho más próxima. Se trata de buscar la empatía con la persona a la que quieres ayudar. Ese es el caso de Rocío y Lola, y van a tener un papel muy importante en la iniciativa.
RA: En esta iniciativa suponemos que se volcará mucha o toda la experiencia acumulada en el tratamiento de adicciones y en otros temas. Emilio, tú llevas muchos años tratando con jóvenes afectados por adicción a drogas. ¿De cuándo data esa experiencia y dónde la has desarrollado?
E.O.: Se puede decir que data de unos treinta y cinco años atrás. Era la época en que estaba terminando de realizar mi titulación como terapeuta en adicciones en Proyecto Hombre. Esa titulación la alcancé después de varias fases de formación, la mayoría de ellas en la sede de Proyecto Hombre en Italia. Durante ese tiempo, había temporadas en que estaba en Italia, formándome, y otras en que volvía a España.
Tiempo después, viajé a Teruel con motivo de la actuación allí del grupo Mago de Oz, del cual yo era miembro. Una fan del grupo que era presidenta de la Asociación Contra el Cáncer de Teruel, me hizo llegar una petición para que fuese a un instituto de allí a darles un taller sobre adicciones. Ese fue mi primer contacto con este mundo del acercamiento a la adolescencia y de hablar con ellos sobre sus problemas, de ver cómo abordarlos y ayudarles a salir de ellos.
Después de esa ocasión acudí en otras muchas ciudades a dar el mismo tipo de charla o taller cuando me lo pedían. Al vivir en Rivas, lógicamente ha sido en esta ciudad donde más me he volcado. He realizado decenas de charlas y talleres en institutos y centros de Rivas, pero también lo he hecho en bastantes sitios de la Comunidad de Madrid: en Alcalá, en la Ciudad de los Muchachos en Vallecas, en Moratalaz, en Leganés, en Getafe, en la Universidad de Pozuelo, en Arganda… la lista es larga.
RA: Es fácil imaginar que en el ámbito de Rivas las vías por las que pueden haberte llegado durante estos años las peticiones para que impartieras charlas o talleres, pueden estar basadas en lo conocido que es tu trabajo desde hace tiempo, pero ¿por qué vías te han llegado esas peticiones desde otros lugares? ¿Han jugado algún papel las instituciones, las diversas administraciones…?
E.O.: No, yo creo que también ha funcionado más el boca a boca. Directores o directoras de instituto, o personas relacionadas con otros ámbitos, han hecho llegar una valoración muy positiva de los talleres o charlas que he dado en muchos lugares, y eso ha hecho que desde otros sitios se hayan interesado. Pienso que se ha basado en mi curriculum como terapeuta formado en Proyecto Hombre, pero también en el personal, como persona que estuvo enganchado a las drogas, fue capaz de afrontar un proceso de desintoxicación y después fue capaz de formarse como terapeuta en el Proyecto Hombre y ponerse manos a la obra para aplicar esa formación ayudando a otros.
Estoy seguro de que mi aspecto, mi forma de empatizar con la gente joven, ha tenido mucho que ver. No tiene la misma facilidad para empatizar con un joven que fuma muchos porros, alguien que también los ha fumado, incluso cosas más duras, que alguien que no ha tenido esa experiencia. La verdad es que es un error pensar que quien no ha consumido drogas no tiene capacidad para aconsejar y ayudar a quien sí tiene esa adicción, pero lo cierto es que la facilidad para la empatía y para el trato que eso da, no es la misma.
También hay que tener en cuenta que no me he movido sólo en el ámbito de los centros educativos. He acudido muchas veces a impartir talleres a las prisiones, o a centros ocupacionales o de tratamiento de dependencias. Por ese lado también pienso que se ha podido proyectar mi perfil.
Pero la verdad es que las instituciones, o las administraciones de distinto tipo, no han sido quienes han reparado hasta el momento en el trabajo realizado y los frutos obtenidos, que han sido muchos, afortunadamente.
RA: Antes has remarcado que cuando habláis de «adicciones» no os referís solamente a lo que comunmente entendemos por «drogas», sino también a nuevas adicciones bastante peligrosas. Has mencionado la adicción al juego y las apuestas, o a las redes sociales mal utilizadas. ¿Se tratan de la misma forma que las otras?
E.O.: Es cierto, esas nuevas adicciones pueden y deben tratarse en gran medida de la misma forma, porque reúnen muchos componentes que son básicamente los mismos que la adicción a químicos, o al cannabis.
El primero de ellos es el de la información. Las redes sociales están repletas de información y los adolescentes acceden a ella con una enorme facilidad. Pero igual que hay informaciones claramente ciertas y otras claramente falsas, y precisamente por su claridad son menos peligrosas, hay un tercer tipo que es el de las informaciones que contienen verdades a medias. Y esas creo que son las más peligrosas.
Por poner un ejemplo: es muy frecuente encontrar a adolescentes que justifican, incluso alaban el consumo de cannabis -algo que está muy en alza en todas partes, crece con ritmos pasmosos- diciendo cosas que han leído en redes sociales. Que el cannabis cura el cáncer, que no crea adicción, que no genera gastos a la Seguridad Social, que ayuda en los estudios… Son informaciones extraídas, a veces, de cosas que tienen fundamento, pero que quien las difunde les da la vuelta para llegar a conclusiones que ya no son ciertas, ni es verdad que se deduzcan de los argumentos iniciales.
Ciertos tipos de cannabis (y no cualquiera) ayudan no a superar un cáncer, sino a soportar mejor los efectos del mismo, o de los tratamientos médicos que reciben personas con cáncer. No es un efecto terapéutico, porque no cura, aunque sí analgésico. Pero también un calmante que compres en la farmacia tiene efectos analgésicos. Se puede ver si cierto tipo de cannabis, como analgésico, es mejor o peor que un medicamento de la farmacia, pero no deja de actuar para calmar un dolor o una situación de ansiedad provocada específicamente por una enfermedad. Tampoco es cierto que no cree adicción. Cualquier joven que consuma uno, dos porros de marihuana al día, si sigue así acabará teniendo una adicción importante. Y desde luego, la «ayuda» que pueda suponer fumar un porro de marihuana para concentrarse en los estudios, es plenamente sustituible por otros productos, o por otras técnicas de concentración.
Hay que reconocer aquello que tenga de verdad una información. Por ejemplo, el cannabis está utilizándose en el tratamiento de la epilepsia infantil. Pero es imprescindible hacerle llegar al adolescente que se trata de determinado tipo de cannabis, en determinadas dosis y administrado de determinada manera. Claro, hay un mundo entre eso y el consumo de ‘verdes’ [cigarrillo de marihuana], sobre todo si se fuma diariamente.
Y por hablar no de adicciones, quizás, pero sí de rutinas de comportamiento con efectos terribles, las redes facilitan la transmisión de determinados rituales que tienen que ver, por ejemplo, con el maltrato a mujeres, el sexo concebido con violencia del hombre hacia la mujer, la violación incluso, que aparecen como normales. Y no hay peor cosa que transmitir la sensación de normalidad sobre estos comportamientos para conseguir que gente adolescente los practique sin pararse a pensar más en ello.
Esto tiene un alcance social y personal tan grande, que por supuesto que también los abordaremos en Be You. Y lo haremos empezando por una información contrastada acerca de cada cosa.
RA: ¿Y las familias, qué papel tienen y deben tener en esto?
E.O.: Un papel fundamental, claro. No hay que olvidar que en un colegio o en un instituto lo que más se hace es enseñar, impartir materias. También hay una labor de refuerzo educativo, pero en esto último la tarea fundamental está en la casa, en la familia.
Somos conscientes de que el tipo de vida tan consumista que hoy llevamos, o la simple necesidad económica, impulsan mucho al padre y a la madre, por ejemplo, a trabajar ambos. Cuando esto ocurre, inevitablemente hay una rebaja muy sustancial del tiempo que en la práctica pueden dedicar a sus hijos e hijas. Es cuando se producen escenas que conocemos bien: el padre o la madre, o ambos, llegan a casa de trabajar, normalmente tarde, y ya no tienen la energía necesaria para dedicarle tiempo a sus hijos.
Cuando ocurre esto empieza a romperse algo fundamental: la comunicación. En la comunicación con los hijos, en hablar a diario con ellos, está el medio más importante para conocer cómo les va, qué problemas pueden estar teniendo. Y es el medio también para transmitirles información adecuada sobre cosas muy distintas, no sólo sobre un problema de drogas u otras adicciones, sino sobre sexualidad, salud o lo que sea.
En Be You vamos a tener un taller para padres y madres, desde luego no con la intención de decirles cómo deben educar a sus hijos, sino para ponerles de manifiesto algunos de los problemas que acabo de mencionar, para darles información acerca de muchas cosas que, lógicamente, ellos pueden no conocer respecto a cosas que probablemente interesan mucho a sus hijos; para proporcionarles algunas herramientas con las que actuar en ese sentido. Después, claro está, son ellos quenes decidirán si hacerlo o no y cómo hacerlo si lo ven conveniente.
RA: Por último, Be You es una iniciativa con unos costes. Tenéis este local, que suponemos que hay que pagar, tenéis materiales que también tendrán un coste. ¿Cómo se traducirá eso en lo que se refiere a los precios que podáis poner por vuestra atención?
E.O.: Evidentemente, es como dices. Esa atención que vamos a dedicar a los problemas de las personas hasta ahora la estaba prestando, yo por ejemplo, a costa de dedicar un tiempo, de forma desinteresada, que no puedo plantearme seguir dedicando indefinidamente de la misma manera.
Por otro lado, estaba atendiendo esos casos sin un lugar físico en que hacerlo. Muchas charlas muy duras las he tenido que mantener con un chico o una chica, o incluso con sus padres, en un banco de un parque o en la terraza de una cafetería. Y no son sitios en los que pueda hacerse esto continuamente. Se requiere un mínimo de intimidad y un ambiente que propicie la conexión emocional y que permita la sinceridad. Un lugar en el que si se llega al punto de tener que llorar por la desesperación, se pueda hacer en privado, sin un montón de gente mirando.
O sea que sí que nos veremos obligados a cobrar unos precios por el tratamiento que ofrecemos. Sin embargo, el mismo interés por ayudar a la gente que me ha impulsado todos estos años a dedicar muchas horas a ello en situaciones muy delicadas, sigue estando presente en mí. Y lo mismo puedo decir de Lola y de Rocío, que han sintonizado totalmente con este planteamiento.
El resultado de ello es que aunque tengamos que cobrar unas tarifas por nuestra atención, los precios no van a ser los del mercado. Eso lo tenemos claro los tres desde el principio.
Además, estamos estudiando diferentes fórmulas, como es la de ofrecer a la gente la posibilidad de hacerse socios de la iniciativa, aunque no a nivel empresarial, sino como compromiso con la forma que en Be You vamos a mostrar de atender las adicciones y otras problemáticas. Sería un sistema de aportaciones que de alguna manera servirían para patrocinar la iniciativa y hacerla más viable. También pensamos realizar en Covibar un concierto benéfico que prevemos para finales de abril, cuya recaudación serviría también para potenciarla.