La página web del club exhibe en portada desde ayer el anuncio de convocatoria de asamblea extraordinaria para el jueves 29 de enero, con la explicación del estado financiero de la entidad y la propuesta de disolución del club como puntos del orden del día. Se trata del club deportivo con más solera de Rivas y el que mayor número de secciones deportivas ha mantenido históricamente. De él surgió, en 2002 y con la denominación de Covibar Rivas Futura, el germen de lo que terminaría siendo el equipo de baloncesto femenino Rivas Ecópolis.
El Club Deportivo Covibar, el de más solera y mayor tamaño de cuanto existen en Rivas, ha anunciado la convocatoria de una asamblea extraordinaria el próximo 29 de enero, en la que la Directiva planteará a los socios la disolución de la entidad. El motivo de esta medida es la situación económica de la entidad, insalvable según diversas fuentes relacionadas con la misma. El CD Covibar ha tenido que hacer frente, desde el inicio de su confrontación con la Cooperativa Covibar, hace ya cuatro años, a un sinfín de gastos que han ayudado a ponerle en la difícil situación en que se halla. Otras fuentes mencionan entre las causas de esa situación, el sobredimensionamiento de la plantilla administrativa de la entidad. En lo que todos coinciden es en señalar a la reciente pérdida de varios contratos de gestión de escuelas deportivas municipales, como la puntilla que ha dejado herido de muerte al club.
El conflicto con la Cooperativa Covibar, desencadenante de la crisis
Seguramente fue el conflicto con la Junta Directiva de la Cooperativa Covibar el que desencadenó el inicio de una crisis económica que ha ido tomando dimensiones excesivas para las posibilidades de gestión de la entidad. El club nació en 1985 (aunque se registró oficialmente como entidad independiente en 1988 por imperativo legal) como la herramienta de la que se dotó la cooperativa Covibar para gestionar la creciente y ya muy abundante actividad deportiva que se generaba a través de la participación de socios de la misma. A efectos de poder acceder a la obtención de contratos de servicios para gestión de escuelas deportivas municipales, el club fue constituido como entidad con personalidad jurídica propia, lo que la capacitaba para optar a tales contratos. La armonía reinante por entonces entre los directivos del club y los de la cooperativa garantizó durante años una relación que fue fluida y de la que se beneficiaron ambas entidades.
Sin embargo, con el acceso a la Junta Directiva de la cooperativa del equipo que en 2010 reemplazó al que hasta entonces había estado gestionándola, comenzaron a darse los enfrentamientos, llevando al club a tomar la decisión de hacer valer su carácter de entidad jurídicamente independiente, para desvincularse en la práctica de la cooperativa. Entre los motivos para dar este paso estaba también el proyecto, que ya estaba presente desde hacía tiempo en la mente de los directivos del club, de abrir el mismo a toda la sociedad ripense, de manera que para ser socio del club no fuera imprescindible serlo previamente de la cooperativa. La desvinculación se produjo en 2011.
No obstante, la cooperativa Covibar no admitió de buen grado esa decisión. Demandó a la recién desvinculada entidad deportiva una serie de cantidades que ésta adeudaba a la primera, básicamente relacionadas con el alquiler del gimnasio que la cooperativa tiene en su centro comercial de la Avenida de Covibar. El caso es que ese alquiler se había decidido como medio para poder reflejar contablemente la relación pactada entre ambas entidades (cooperativa y club), consistente en que el club gestionaba con sus medios humanos y técnicos la actividad de dicha instalación, pero la cooperativa mantenía la propiedad de la misma. El club deportivo, ante el requerimiento de la cooperativa para que abonase los alquileres pendientes, respondía que también la cooperativa debía dinero al club por la gestión de la instalación. Todas las fuentes independientes de ambas entidades consultadas por Rivas Actual coinciden en reconocer que el problema se deriva de un mecanismo de gestión que para funcionar necesitaba de la armonía entre ambas entidades. Cuando ésta se perdió, el club salió perdiendo en el cambio de régimen.
La cooperativa Covibar inició una serie de pleitos que, años después, han llevado al club, justo antes del verano de 2014, a reconocer que la judicialización del conflicto entre ambas entidades le estaba llevando a una difícil situación económica. Aunque el club había conseguido sentencias favorables en algunos casos, en otros no había sido así, lo que le abocaba a la necesidad de hacer frente a indemnizaciones de hasta 600.000 euros, una cantidad difícilmente digerible para la entidad.
Una estructura sobredimensionada
A esta situación se vino a añadir lo que varias fuentes muy próximas al club denominan como el «sobredimensionamiento de la plantilla, especialmente la administrativa» de la entidad deportiva. Esas mismas fuentes creen que se debería haber continuado con las medidas de austeridad implantadas por la Junta Directiva que dirigió el club en la época anterior a la actual Directiva. Sin embargo, esta última, con Fernando Soler a la cabeza, optó por una línea de expansión que ha chocado con la situación generalizada de crisis. Las opciones de logro de entidades patrocinadoras que se esperaba conseguir para el club, resultaron en general fallidas, lo que estranguló el modelo diseñado en la actualidad.
Para terminar de poner al CD Covibar al borde de la disolución, recientemente ha perdido la concesión de contratos para la prestación del servicio de escuelas deportivas municipales de Rivas en varias áreas, entre ellas la natación y el fitness. Se trataba de una fuente de ingresos determinante para el club, que le permitía mantener una plantilla técnicamente capacitada y una gestión adecuada de los objetivos deportivos de varias secciones. Las ofertas más baratas de otras empresas decantaron la concesión de esos servicios a estas últimas, perdiendo así el club una de sus principales fuentes de ingresos.
Así se llega a una situación en la que la disolución de la entidad se presenta como el único camino viable, al menos tal y como se deduce del orden del día de la asamblea extraordinaria convocada para el próximo 29 de enero. Si tal disolución se materializa -como parece inevitable que ocurra- se pondrá fin a la historia de uno de los clubes más prestigiosos de la Comunidad de Madrid, con importantísimos logros deportivos en su haber en varias disciplinas -especialmente, la natación- a nivel nacional. El CD Covibar cerrará, si nada lo impide, casi tres décadas después de haber sido oficialmente fundado.