Cante: El Pele y Rocio Diaz

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Un momento de la actuación de Rocío Díaz. Foto: Vicente Pachón.

Hacía falta después de la lluvia en Madrid un poco de aire fresco que permitiera respirar profundamente en medio de tanta polución ambiental y otras hierbas que ya no quiero mencionar. Y ese aire venía desde Córdoba, más lejana y sola que antaño. Y también de Triana, que ese es el origen de una cantaora que expresa sus inquietudes desde el arte. El Pele cantó o derrochó, si se permite esta gruesa palabra, en la sala García Lorca de madrid en un ambiente recogido donde escuchar el cante de cerca es manteca. Y ella, Rocío, se entregó en otra sala, con ambiente de bar ¡Qué lugares tan gratos para cantar y escuchar!.

Fotos y texto: Vicente Pachón.

Fue, en una noche clara de luna sin fragua, cuando El Pele subió a un escenario bien arropado por la guitarra de Paquete Porrina que dejaba brillar al maestro en una comunión de interés muy flamenco. El cantaor hizo un despliegue de registros que transmitía buenas vibraciones destacando y arrancando oles oportunos y a tiempo. Todo lo llevo a su caja de música para darle forma y entregarlo amparado con la intuición musical que brota desde el conocimiento y por haber recorrido tantos ámbitos musicales. Así cantó por Soleá, cantiñas, o alegrías o lo que sea como él dijo. El caso es que cantó con el alma mientras él dibujaba con su cuerpo cada momento del cante; lo mecía, lo balanceaba y lo llevaba a su sitio como el sabe, como quiere. Porque para eso es él el que condimenta la «ensalá» como le gustaba decir al principio de algún cante. Y mencionó y recordó a algunos de los grandes, como Morente y Pedro Peña y como nació el cante  de Dime Ana, con letra de este último. Fue un cante de desgarro. Y volvió a guiñar por malagueñas de la Trini y Chacón.

Entiendo que El pele se dejó el alma, solo por cantiñas se anarquizó un poco, pero ya avisó. Fue en definitiva una actuación que brilló en estilo.

Y el fin de semana siguió en sábado noche con una mujer natural que hay que destacar que tiene el buen gusto de alimentar el cancionero del flamenco con letras de su autoría. Cosa esta no solo de buen gusto sino necesaria para ir con los tiempos. Elegante en el porte, comenzó la noche por Bamberas, Malagueña de la Trini rematada por Jaberas y tientos tangos: «…La naranjita le dice al limón. tú sirves para muchas cosas pero yo tengo mejor color».

Era la primera vez que escuchaba cantar a Rocio y me pareció que sabe por donde pisa y como, a pasito lento pero seguro. Cantó con todo, el corazón, la garganta, el pecho, remataba con el pie incluso. Como dice Mercé que hay que cantar, con todo el cuerpo. Ella lo cumplió.

Después de un descanso, volvió al tajo muy entendida  por Antonio Reyes a la guitarra . Siguió por Cantiñas, Cartagenera y Tarantos «…Aprendí este cante de la tierra de Linares..». Y cerró por Bulerías, haciendo perfomance, dicho por ella, dejando exclamar a Antonio que «Estás hoy muy inglesa…» Pero con esas Bulerías de remate hizo que el guitarrista dejara aflorar su sensibilidad por el lagrimal. Mereció la pena.