Anna Cruz dejará de pertenecer al Rivas Ecópolis Basket, el primer equipo del Club Baloncesto Rivas, a partir del próximo 1 de mayo. Una oferta «irrechazable» de un club ruso ha puesto fin, de común acuerdo entre club y jugadora, a cuatro años de pertenencia a un equipo que ha ido creciendo al mismo ritmo que la jugadora lo ha hecho profesionalmente. La escolta catalana ha declarado en una entrevista a la web del club que «no es un adiós, es un hasta luego».
El Club Baloncesto Rivas (CBR) ha hecho público hoy que la escolta catalana ha «recibido una oferta irrechazable del extranjero y el club le dio facilidades para que la aceptase». Fuentes confidenciales mencionan la cifra de 150.000 euros para el contrato ofrecido, y Rusia como el país de destino de la jugadora, sin que se haya revelado el nombre del equipo en el que jugará.
En la entrevista concedida a la página web basketrivasecopolis.com, Cruz se muestra muy satisfecha con su estancia en Rivas, tanto en su relación con el club como con la afición: «En primer lugar, para la afición de Rivas sólo tengo palabras de agradecimiento. Me he sentido muy querida y muy apoyada durante estos cuatro años. Han sido, simplemente, geniales. Los aficionados han estado siempre con nosotras, tanto en lo bueno como en lo malo, y para mí, la de Rivas es la mejor afición del baloncesto femenino. Se hacen imprescindibles para el club y para las jugadoras. Tengo claro que, vaya donde vaya, siempre los tendré muy presentes. Me han hecho sentir muy especial. Para mí se hace muy difícil ‘dejar’ este club porque sentimentalmente estoy muy unida a él. He crecido mucho como jugadora en este club, pero sobre todo, lo he hecho como persona. Sólo puedo dar las gracias».
La que durante cuatro años ha llevado el número 15 en su camiseta y se ha llegado a convertir, hace tan sólo unos partidos, en la máxima anotadora de la historia del equipo, tiene un recuerdo para el momento amargo de su lesión durante el último partido, disputado el pasado viernes en Salamanca, en el que se perdió la posibilidad de obtener la primera Liga para el club. «Después de todo lo que ha pasado, el sentimiento que tengo es de tristeza. Esos 20 minutos son el peor momento de mi carrera deportiva. Es muy duro estar trabajando durante todo el año para ese momento y al final no poder ayudar. Quise mantener la calma, pero por dentro me estaba muriendo de rabia. Intenté calentar después del golpe, pero no podía hacer fuerza en la pierna derecha, no podía impulsarme ni correr. Si salía a la pista no iba a sumar, iba a restar, aunque en ese momento no lo viera así porque las ganas de jugar me podían. Tenía planeado un final feliz para esta historia, pero al final salió todo al revés. Me duele mucho irme con esta sensación de impotencia… Pero estoy segura de que el destino nos volverá a unir y juntos podremos resarcirnos de estas heridas que tardarán en cerrarse».