El 23 de julio de 1959 quedó oficialmente fundada Rivas-Vaciamadrid. La ceremonia consistió en la visita del entonces ministro de Vivienda franquista, José Luis Arrese, recibido por las «autoridades» al uso en la época: el obispo auxiliar de Madrid, el Gobernador Civil, el presidente de la Diputación… y el primer Alcalde del pueblo, Francisco Santelo, nombrado a dedo por las «autoridades».
Este 23 de julio se han cumplido 65 años desde la fundación oficial de Rivas-Vaciamadrid. A la edad en que algunos humanos pueden jubilarse, Rivas Vaciamadrid (le quitaremos, por comodidad, el guión intermedio que figura en su nombre oficial) es un municipio que parece cualquier cosa menos jubilado o a punto de serlo.
De las 250 vecinas y vecinos con que empezó contando el nuevo municipio, hemos pasado, en mucho menos de lo que es un tiempo de vida estándar, a una ciudad de más de 100.000 habitantes.
La cosa despegó a comienzos de la década de 1980, con la construcción, en el lugar más alejado del núcleo originario, de dos urbanizaciones muy ligadas (aunque no oficialmente) a movimientos sindicales y cooperativos: la cooperativa Pablo Iglesias, vinculada al PSOE y a la UGT; y la cooperativa Covibar (para quien tenga curiosidad por el origen del nombre: Cooperativa Obrera de Viviendas Baratas), a CC.OO.
Geográficamente hablando, muchas de las personas que se apuntaron a esas cooperativas procedían de lo que genéricamente llamamos Vallecas, aunque se trate de un espacio que contiene realmente varios barrios. La ubicación de las viviendas construidas por ambas cooperativas, en la linde del término municipal de Rivas con el de Madrid capital, hacía que se tratase de la promoción más próxima al hábitat de esta gente. Los precios a los que se ofertaban las viviendas ayudó mucho, sin duda, a esa mudanza. La sintonía política con las cooperativas promotoras hizo, seguramente, el resto.
Los antecedentes de Rivas: dos municipios y una finca agrícola
Pero volvamos a la fundación de Rivas. Al finalizar la Guerra Civil, la destrucción causada por la misma en distintas zonas del país adquiría cotas de devastación. Tanto, que precisamente ese fue el nombre que el régimen franquista puso a un organismo encargado de estudiar en cuáles de esas zonas se hacía necesario construir viviendas para atender las necesidades de familias enteras sin capacidad de superar la pérdida de la que hubiesen tenido. El organismo se llamó Dirección General de Regiones Devastadas.
Los pequeños municipios de Vaciamadrid y de Rivas del Jarama (en algunas fuentes escrito con la grafía ‘Ribas del Jarama’) fueron dos de los que resultaron devastados. En su caso, debido sobre todo a su proximidad a una de las más importantes batallas de la Guerra Civil: la del Jarama.
Tras esa devastación, con el paso de los años las feraces vegas de los ríos Manzanares y Jarama proporcionaron un nuevo impulso a una finca agrícola que existía desde casi un siglo antes como tal, pero que alcanzó su mayor esplendor entre 1914 y 1969 convirtiéndose en una de las mayores de toda la zona sureste de Madrid: El Porcal.
Esa finca se convirtió en una referencia para muchas personas que desde Arganda del Rey, pero también desde Madrid, necesitaban encontrar un trabajo estable. La finca se lo proporcionó, y con ello les proporcionó también viviendas y algunos servicios: una iglesia, un colmado (sí, aún no se había inventado el término ‘supermercado’), un consultorio médico, un establo, una granja y, ya en 1933, una pequeña escuela.
Tras su destrucción durante la Guerra Civil, la finca fue reconstruida y allí volvieron a acudir gentes que encontrarían en ella una nueva vida. Las aproximadamente 60 familias que llegaron a trabajar en El Porcal en esta última fase constituyeron, así, una especie de pueblo… sin municipio propio. El video que incluimos en este reportaje fue grabado durante una visita a El Porcal organizada por el Ayuntamiento en mayo pasado y presentado el pasado 19 de julio, y muestra las historias de muchas y muchos de aquellos niños o jóvenes, contadas por ellas mismas. Les recomendamos que no se lo pierdan.
Así pues, ya en las décadas de 1950 y 1960 El Porcal era una referencia, pero no sólo en el plano laboral. La existencia de esas decenas de familias y de los servicios que las atendían eran una atracción para otras personas que, por distintos motivos, se movían con frecuencia, o incluso a diario, en el sector de la carretera Nacional III, que no era autovía y tampoco recibía la denominación, posterior en el tiempo, de A3. Hablamos de peones camineros, transportistas… Muchas de esas personas se desplazaban hasta el pequeño poblado montado en torno a la finca para cubrir sus necesidades en el colmado (bar incluido) o en la estación de tren.
Municipio propio
Así que cuando, en 1959, la Dirección General de Regiones Devastadas construyó Rivas-Vaciamadrid, lo que hizo fue dar viviendas más «estandarizadas» a muchas de esas familias que llevaban, en muchos casos, varias generaciones viviendo y trabajando en El Porcal.
El régimen tardó años en decidirse a dar el paso. El motivo oficial: que la finca y otros terrenos adyacentes eran privados y, por lo tanto, no acreditaban las condiciones para que un organismo oficial se encargase de la construcción del pueblo. Wenceslao García, el entonces propietario de los terrenos en que se ubicó éste, los donó a la administración pública, lo que facilitó la acción de la Dirección General.
Bien, ya tenemos a esas decenas de familias viviendo en un pueblo que es un municipio propio. Su ubicación estaba más cerca de lo que en tiempos había sido el municipio de Vaciamadrid que del término de Rivas del Jarama (ubicado en la actual Carretera de Vicálvaro). La razón era sencilla: se trataba de dar vivienda a gentes que trabajaban y habían nucleado su vida en torno a su trabajo en El Porcal. Y El Porcal estaba cerca de la zona de construcción del nuevo pueblo.
Inauguración con obispo, cohetes y banda de música
Así que volvamos al momento de la inauguración y disfrutemos de la narración que el anónimo cronista del diario ABC hacía en el número correspondiente al 24 de julio de 1959, un día después de la inauguración oficial de Rivas Vaciamadrid:
«El ministro de la Vivienda, D. José Luis de Arrese, inauguró ayer, a las ocho de la tarde, el nuevo pueblo de Rivas Vaciamadrid, levantado en el kilómetro 20 de la carretera de Valencia. Se trata del antiguo Vaciamadrid, que se hallaba situado a la orilla del río Manzanares y que ahora queda emplazado junto a la estación de ferrocarril y casi al borde de la carretera». Como podía ser que se extraviase, el ministro llegó acompañado por un séquito compuesto por «el director general de Arquitectura, señor Bringas, y el inspector general del Ministerio, señor Martín Gamero».
Y allí, al pie de la iglesia, estaban, para recibirle, esas ‘autoridades’ de las que hablábamos al principio: «el obispo auxiliar de Madrid, doctor Ricote; el gobernador civil de la provincia, D. Jesús Aramburu; el presidente de la Diputación, Marqués de la Valdavia; el Alcalde de Rivas Vaciamadrid, D. Francisco Santero Sánchez; los arquitectos D. Ignacio Fiter y D. José María Martínez Cubells; y el ingeniero D. Eugenio de Álvaro».
Estas construcciones habían sido hechas en parte por la Dirección General de Regiones Devastadas, pero sólo en parte. De hecho, tan sólo se encargó de los tres edificios públicos (el Ayuntamiento, la iglesia y la escuela) y de 16 viviendas. Otras 72 fueron construidas a expensas de los vecinos y del Ayuntamiento.
Las viviendas, cuenta ABC, eran todas iguales y constaban de «cocina, comedor, tres dormitorios, cuarto de aseo y corral». El núcleo urbano estaba «urbanizado» y disponía de «agua corriente y electricidad». Además, se reservaron diez solares para la construcción de nuevas viviendas, en previsión del posible crecimiento del pueblo. El coste del nuevo pueblo: unos 10 millones de pesetas (poco más de 60.000 euros).
Veinte años hasta las primeras fiestas
La población, sin embargo, no es que creciese excesivamente. En los veinte años siguientes sólo aumentó en unos pocos centenares de personas, de forma que el censo de 1981 registraba una población de 652 habitantes.
Poco antes de ese año, en 1979, las y los vecinos habían pasado por las urnas, por primera vez desde la fundación del pueblo, para elegir, esta vez por sí mismos y democráticamente, al nuevo Alcalde. Resultó elegido Antonio Martínez Vera, una persona que había llegado a Rivas con su madre (que fue maestra de la escuela) en la década de 1950 y había sido uno de esos jóvenes que conocieron El Porcal y, después, la fundación del nuevo pueblo. Otro de aquellos jóvenes, Agustín Sánchez Millán, acabó siendo el primer cronista del municipio, gracias a su libro ‘Rivas Vaciamadrid. Mi pueblo’.
Galería de fotos de las Fiestas del Casco 2024
Aquel 1979 fue el primero en que el vecindario decidió celebrar las primeras Fiestas en conmemoración del vigésimo aniversario de la fundación del pueblo. Desde entonces, puntualmente, cada año se ha seguido celebrando ese aniversario con unas Fiestas ‘propias’ en las que ha primado el carácter popular. Incluyendo, al paso del tiempo, su tarta de cumpleaños, que empezó confeccionándose cuando ya el Ayuntamiento, a finales de la década de 1990, había renovado su imagen corporativa y había instituido lo que son su isotipo y logotipo actuales.
Así que este año de 2024 Rivas lo ha celebrado como viene haciéndolo desde 1979, con la ternura y sencillez de un pueblo, por mucho que se haya convertido en una ciudad que ya cuenta con 65 años de vida. Toda una vida…